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Pasadas las ocho y media de la mañana ya iban llegando los regidores. Tocaba sesión de fotos oficial para la orla de esta legislatura que acaba de comenzar. Todos de punta en blanco. Hasta las brillantes mazas del siglo XVII se habían puesto a punto para la ceremonia. La investidura del nuevo Consistorio marca el inicio de la legislatura, en la que ha habido cambio de colores. Al gobierno saliente (PSIB, Mes y Unidas Podemos) le toca ahora sentarse en los laterales de la sala de plenos. Media hora antes, en la bancada del público ya se posicionaban los invitados. Allí se encontraban casi todos los ex alcaldes: los populares Joan Fageda (muy madrugador a sus 86 años) y Catalina Cirer, la socialista Aina Calvo, delegada del Gobierno en Balears, y el ecosoberanista Toni Noguera. Se echaron en falta a Ramón Aguiló y Mateu Isern, el último alcalde del PP.

Una imagen segundos antes de la investidura: los alcaldes Joan Fageda, Jaime Martínez y Catalina Cirer, que llevaba en brazos a Blanca, la hija de Javier Bonet, número dos del PP en Palma y Marga Prohens, futura presidenta del Govern. Entre el público alguien saludaba a Prohens y le llamaba presidenta. «¡Aún no!», decía la más que probable próxima inquilina del Consolat de la Mar. Palma no le tiene ninguna envidia a la Comunidad Valenciana: «Mira, ¡ya tenemos un torero!», dijo alguien entre el público. Ahí, en la bancada de los familiares, estaba José Barceló ‘Campanilla’, padre de Sandra Barceló, la regidora de Vox que repite legislatura.

El cambio se notaba incluso en el vestuario de los asistentes al acto. Ese sábado, entre los miembros de Podemos había quien iba con bermudas y sandalias, pero soplan nuevos aires y ahora han entrado con fuerza las perlas, los tacones y sobrios trajes de americana. Fulgencio Coll líder de Vox en Palma, sentado en la mesa de edad junto a la regidora del PP Lourdes Roca, lucía semblante más serio de lo habitual.

Llega el momento de viva voz y el secretario iba nombrado regidor por regidor para votar al próximo alcalde. Los cabezas de lista, claro está, se votaban así mismos y alguna risa se escapaba entre el público. No hubo sorpresas en el guión y ganó Martínez. Los regidores, uno por uno, fueron jurando o prometiendo su cargo, mientras ponían su mano sobre la Biblia, la Constitución y/o el Estatut d’Autonomia de Balears, a conveniencia y gusto del edil en cuestión. Lucía Muñoz se ha convertido en la única regidora de Podemos, sola y vestida con una camisa violeta. Tras prometer su cargo, se sentó junto a la ecosoberanista Kika Coll, que le puso una mano en la rodilla para darla ánimos. Muñoz está arropada por los tres regidores de Més. Entre el público estaba el regidor saliente Alberto Jarabo.

El último de todos fue Martínez, que prometió su cargo y al que de inmediato se le colocó la medalla de alcaldía. Hubo un aplauso en toda la sala, de todos los regidores, incluso de la oposición. El de Coll fue breve, se entretuvo con unos papeles mientras José Hila seguía aplaudiendo a su sucesor.

Llegó el momento más simbólico y fotografiado del día: el socialista José Hila, entregaba la vara de mando al popular. El alcalde Jaime Martínez procedió a leer su discurso, emocionado, arrancando con una descripción de la ciudad multicultural, anacrónica, tomando prestada las palabras de José Carlos Llop, surgidas de En la ciudad sumergida. La ciudad que durante los próximos cuatro años va a dirigir y de cuya suerte será responsable. Martínez, con su característica voz grave y un ligero temblor de manos, daba las pistas de lo que será la próxima legislatura. La emoción del momento le secó la garganta, «disculpad», dijo bebiendo un sorbo de agua, y prosiguió con su discurso. Entre el público, algunas lágrimas de emoción se le escapaban a Marga Prohens, que estos días está inmersa en duras negociaciones con Vox.

Todo el mundo atento, habla el nuevo alcalde. ¿Todos? No, había alguna excepción. En la bancada de Vox, Fulgencio Coll, Garí Durán y Sandra Barceló miraban sus móviles durante largos minutos. Esta última soltó el teléfono en cuanto notó una cámara atenta. Al mismo tiempo, el primer edil advertía en su primer discurso oficial que «siempre estaré abierto a buscar consensos con todos los partidos políticos», además de vecinos, pymes, tejido asociativo… El resto de regidores escuchaba atento y se lanzaban miradas significativas, como la de Rosario Sánchez a Hila cuando el alcalde hablaba de «revolución fiscal».

Tras finalizar sus palabras, Martínez recibió un aluvión de flashes capaces de provocar desprendimientos de retina. La mujer y los hijos del nuevo alcalde se acercaron para hacerse la foto que irá directa al álbum familiar y el primer edil recibía los efusivos abrazos de Prohens, de Fageda, Lluis Apesteguia, líder de Més per Mallorca, o Àngels Fermoselle, presidenta de ARCA, entre otros.

La familia contemplaba desde el banco a Martínez rodeado de políticos, simpatizantes, las fuerza vivas de la ciudad, las cámaras y los periodistas, los funcionarios. Desde este sábado hasta los próximos cuatro años, la marabunta que le acompañará en Cort. La madre del alcalde lucía sus mejores galas: «Estoy muy orgullosa. Es muy trabajador, inteligente y una gran persona. Desde el momento en que dijo que iba a presentarse a la alcaldía me imaginé que se iba a convertirse en alcalde», dijo Francisca Llabrés, henchida de orgullo. A su lado estaba la mujer del alcalde, Patricia Domínguez Acosta, arquitecta con la que compartía despacho hasta ahora. «Me lo han quitado», dijo entre risas la esposa de Martínez, refiriéndose a que ha perdido, por lo menos para los próximos cuatro años, a uno de sus socios. A su lado estaban los hijos del alcalde, Sara, María y Jaime, cuyas edades oscilan entre los 21 y los 15 años.

Los regidores que ahora ocupan la oposición se fueron todos juntos. Alguien del PSIB dijo que se iban a tomar algo: «Nosotros nos iremos a los barrios». Martínez asume ahora su nuevo y con la vara de mando en las manos, sale al balcón bajo la mirada d’En Figuera, que marca las 11.15 horas. En la calle decenas de personas le esperan al grito de ‘¡alcalde! ¡batle!’. Los nuevos regidores populares también han bajado para aplaudir al primer edil. Aplausos y gritos, fotos y videos desde el balcón cuando Martínez aparece para saludar. Luego bajará para ir saludando a aquellos que se han acercado a animar al nuevo alcalde, hay incluso quien lleva un palo selfie para inmortalizar el momento.

Es momento de partir para celebrarlo. Javier Bonet, con su hija a punto de dormirse en brazos, advierte que no se suma la celebración: «Me voy con mis amigos, que hace cuatro meses que no les veo». Prohens tampoco tiene tregua este fin de semana: «Me voy a Formentera, a la toma de posesión» de Llorenç Córdoba, nuevo presidente del Consell.

Cirer está allí, contemplando el momento de Martínez: «Ayer 16 de junio hizo veinte años que tomé posesión del cargo de alcaldesa de Palma». La popular ha vivido durante el acto de la toma de posesión todo un viaje en el tiempo, «me he visto allí de nuevo, y donde estaba la familia de Jaime sentada estuvo allí la mía. Y recordé todos los años de alcaldesa y después, fue doloroso tener que entregar la vara de mando a un partido que no es el tuyo. Se remueve todo. Pero hay momentos que no te los quita nadie». El grupo de populares que aplaudía al nuevo alcalde se fue disgregando por las calles y se fue a celebrarlo a Born 8. Y Palma (un buque que recala en otros puertos sin dejar de ser una capital mediterránea, como decía Llop), continuaba su jornada como si nada hubiera pasado, repleta de turistas en junio, con las tiendas abiertas para hacer las últimas compras antes de ir a la playa, el mercado atestado para avituallarse para el fin de semana. Palma seguía ajena, después de todo, al cambio que ha habido en Cort.