Imagen de archivo de una mujer ejerciendo la prostitución. | Redacción Local

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Los expertos lo anticiparon al comienzo de la pandemia del coronavirus y ahora, año y medio después de su inicio, constatan que esta crisis sanitaria y económica ha mutado el funcionamiento de la prostitución en Palma como en otros muchos lugares. De los clubes y la calle se ha pasado casi exclusivamente a los pisos, complicando de manera importante su localización y haciendo casi imposible el acceso físico a los mismos para cualquier intervención social, informó este lunes la regidora de Justícia Social, Feminisme i LGTBI, Sonia Vivas.

Vivas admitió que la administración no podría trabajar «en ningún caso» con este colectivo sin contar con las entidades sociales, por lo que anunció un incremento del 30 por ciento en el importe de las subvenciones que se destinan a las entidades que realizan proyectos de apoyo a personas que ejercen la prostitución. Así, informó, se pasa de los 135.000 euros que se dieron en 2019 a los 175.000 euros este año (en 2020 se duplicaron la ayudas por la excepcional situación que se vivió). En la rueda de prensa celebrada este lunes, Vivas estuvo acompañada por responsables de Metges del Món, Casal Petit y Creu Roja.

Desde Metges del Món, Belén Matesanz destacó que la subvención de Cort permite prestar a estas personas, en su inmensa mayoría mujeres, una atención jurídica y psicológica «que son las grandes necesidades de este colectivo». Desde el inicio de la pandemia, se aseguró, se ha reducido el número de personas que ejercen la prostitución que se atienden, pero se ha triplicado el número de actuaciones que se realizan.

Las dificultades de acceso a la vivienda, temas de extranjería o del ámbito familiar centran la mayoría de las demandas de atención jurídica por parte de estas mujeres. En cuanto a la atención psicológica, lo más necesario es acompañar a estas personas ante los traumas que han vivido hasta llegar al momento presente.

Cati Bagur, representante de Creu Roja, expuso que estas subvenciones permiten a las entidades estar cerca de estas mujeres «que suelen de extrema vulnerabilidad y exclusión social», destinando este dinero a profesionales para un acompañamiento a nivel social, psicológico y jurídico, así como a recursos materiales.

Por último, desde Casal Petit, Jaume Perelló enfatizó en las consecuencias que la pandemia ha tenido sobre la prostitución «hasta el punto de convertir todo lo que rodea esta realidad en una gran caja negra, por lo que el trabajo de las entidades es de desgaste, de picar piedra y somos conscientes de que no estamos llegando a todos los puntos».