Momento del cambio de una de las placas. | Jaume Morey

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La tormenta por el cambio de nombres en calles de Palma con origen franquista no amaina. Al margen de numerosos comentarios en las redes y en la calle que cuestionan el momento elegido por el Ajuntament para realizar un gasto en este sentido, arrecian las críticas políticas y en medios de comunicación nacionales.

Arca reclamó a Cort que mantenga las denominaciones de las calles Gabriel Rabassa y los almirantes Churruca y Gravina, cuya retirada consideró «un error». La entidad advirtió que, en el caso de los almirantes el motivo por el que se les dedicaron calles «no tenía nada que ver con el nombre de buques de guerra» por lo que «no se puede apreciar ninguna connotación franquista». Ambas calles, añadió, «se inauguraron en 1942 en recuerdo de los dos marinos fallecidos en la batalla de Trafalgar, según consta en los documentos históricos de la época» consultados por la entidad.

En cuanto a la calle a Gabriel Rabassa, Arca indicó que le fue otorgada por haber impulsado la protección del patrimonio de los Molinos de Mallorca, como pionero y fundador de la Asociación de Amigos de los Molinos y persona dedicada a fomentar la cultura de las Islas.

En este caso, consideró que «intentar investigar pasados vinculados a la Falange o al Franquismo se podría extender también a otros insignes mallorquines, como Llorenç Villalonga, sin ir más lejos, con una obra literaria en catalán que, evidentemente, no llevaría a ninguna parte». La entidad advirtió de que «hay que ir con mucho cuidado para no caer en un revisionismo muy equivocado y nocivo».

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Pero lejos de hacer caso a esta demanda, el portavoz del equipo de Gobierno, Alberto Jarabo, declaró que «se ha generado una polémica un tanto falaz pues estos nombres –los de los almirantes– se pusieron con unos objetivos claramente de enaltecimiento de un militarismo y para provocar una humillación a los perdedores.

El responsable del mencionado censo de símbolos franquistas, el historiador Tomeu Garí, defendió ayer el trabajo si bien recalcó que «a nosotros se nos encargó un censo, lo hicimos y lo entregamos al Govern, a partir de ahí no decidimos nada». Junto a él trabajó Marçal Isern quien reconoció, como se informaba ayer en el ABC, que el principal motivo por el que incluyó los nombres de las calles Churruca o Gravina en el censo es que las rotuló «un ilegal ayuntamiento franquista». Contradijo de esta forma al alcalde José Hila, que había explicado que fue por los barcos de la armada franquista que llevaban sus nombres.

También el hijo mayor de Gabriel Rabassa, Bernardo Rabassa, declaró ayer a este diario «no entender nada» y que la familia se siente «absolutamente enfadada, decepcionada y humillada» por la retirada de la calle. Recordó que en 2009, cuando se inauguró la calle, «Hila vino a aplaudir y realizó un panegírico sobre los muchos méritos de mi padre».

Cs Toledo propuso una declaración conjunta para defender el nombre de Toledo ante la «polémica» de Palma; NNGG de esta ciudad y de Palma se unen para defender en nombre de la calle y el eurodiputado del grupo liberal ‘Renew Europe’ Javier Nart ha remitido una carta a Hila en la que le acusa de «analfabetismo histórico».