Pablo Iglesias, en su etapa de vicepresidente del Gobierno. | Efe

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El exvicepresidente del Gobierno y exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, asegura que este muerto está muy vivo. A la marca morada le queda aun en las venas más rock 'n roll del que a muchos les gustaría, e incluso estaríamos a escasos meses vista de su retorno –de momento el de Podemos, el de Pablo Iglesias ya se andará–. En el horizonte las próximas elecciones europeas, un momento electoral especial con ciertas especificidades, que podrían auspiciar una relativa recuperación para el partido que en los últimos tiempos representó a la izquierda más a la izquierda del PSOE.

El punto disruptivo lo articuló recientemente el archivo del conocido como 'caso Neurona'. Tres años de investigación después, Iglesias manifestó orgullo al demostrarse que no existe indicio alguno de ilícito en unos hechos que él mismo cataloga como una clara práctica de 'lawfare', la misma guerra judicial que los independentistas denuncian, y es por ello que desea que Podemos emprenda acciones legales para dejar las cosas en su sitio. En público Iglesias ha lamentado lo «duro» que ha sido este proceso no solo a nivel personal, sino también político.

«La situación en la izquierda a día de hoy ha planteado que puede existir una izquierda a la que no le hagan lawfare. Hay dos izquierdas en España: una a la que le hacen lawfare y otra a la que no». «Nos han hecho mucho daño, sufrir mucho, pero en política lo que no te mata te hace más fuerte. Llevan intentando enterrar a Podemos mucho tiempo, pero dentro de muy poquito se van a dar cuenta de que han hecho a Podemos mucho más invulnerable», ha advertido.

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Según su visión, Podemos aún cuenta con una parte de la estructura y el peso político que obtuvo desde su fulgurante irrupción en unas elecciones europeas, allá por un ya lejano mes de mayo del año 2014. Bien es cierto que tanto peso específico como estructura orgánica han sufrido severos reveses en las distintas citas electorales más recientes, y en Baleares, por ejemplo, solo cuentan con un diputado en el parlamento autonómico, en este caso Cristina Gómez. La menorquina es la única representante de la coalición que saltó por los aires el pasado 28 de mayo, mientras que en el Ajuntament de Palma queda en pie Lucía Muñoz.

Sus números han sufrido, pero según Iglesias aún son mucho mejores que los de la inmensa mayoría de partidos políticos que han entrado a formar parte del ámbito de Sumar. Según el exvicepresidente del primer Gobierno de coalición Podemos sigue aglutinando a entre 30.000 y 60.000 activistas comprometidos, unas cifras que, aseguró, multiplican la base militante de la totalidad de formaciones de la llamada izquierda alternativa.

«Muchos han pensado que para seguir con sueldos públicos debían moverse», consideró sobre las renuncias de algunos miembros que hasta la fecha habían permanecido en la dirección de Podemos, como Roberto Sotomayor, antiguo candidato en Madrid que tras su salida ha sacado a relucir «grandes males» de la formación, como la «falta de autocrítica». «Otros han aprovechado su presencia en Podemos para crear nuevos partidos», caso de Íñigo Errejón con Más Madrid y Yolanda Díaz con Sumar. Ahora Podemos se embarca en un rumbo nuevo, en solitario, lejos de toda la izquierda alternativa parlamentaria, y desde la lejanía amenaza con volver. Volver para tratar de liderar las mismas políticas progresistas, alternativas y feministas que una vez no muy lejana dijo comandar.