El emir Tamim bin Hamad al-Thani de Qatar encaja la mano del presidente Joe Biden durante el encuentro bilateral en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington. Este acercamiento coincide con la crisis ucraniana y las dudas sobre el suministro energético para Europa. | Reuters

TW
3

En las últimas horas ha tomado relevancia la cuestión energética como una de las consecuencias más temibles para Europa en un contexto de máxima tensión internacional por la crisis diplomática entre Rusia y Ucrania, con efectos en Occidente en su conjunto. En este contexto se ha dicho que España puede desempeñar un papel clave si el suministro energético de Europa se tambalea, ¿por qué? Por las plantas regasificadoras, hasta siete, diseminadas por su costa, especialmente en el Mediterráneo.

La cuestión es compleja, como todas las que amparan las relaciones internacionales, y para explicarla conviene echar un ojo a la actualidad. Este pasado lunes el presidente Joe Biden confirmó que Estados Unidos concederá privilegios militares y económicos a Qatar. Washington baraja concecerle al emirato una suerte de categoría especial, que fuentes de la administración han calificado de «aliado principal no miembro de la OTAN». Qué intereses y recursos comparte Qatar con sus socios occidentales. Principalmente el suministro de hidrocarburos. En un momento en que Europa teme que Vladímir Putin llegue a cerrar el grifo del gas natural, el papel qatarí adquiere una extraordinaria dimensión.

Ya se ha dicho que tanto Estados Unidos como Europa intensificarían sus transacciones comerciales con otros productores, por ejemplo Nigeria, para contener el impacto de una supuesta carestía de la materia prima rusa. También se ha explicado que nuestro país juega un importante papel en este cambio de paradigma energético. Según los especialistas, España es el país europeo mejor posicionado para tratar el gas licuado que transportan los grandes buques gaseros que transitan los mares en busca de la mejor oferta para su cargamento.

Noticias relacionadas

Aparentemente la esfera occidental progresa en aras de minimizar su dependencia de Moscú ante un posible alejamiento de las posturas. En pleno enfriamiento diplomático con la gran potencia eurásica Biden declaró que «Qatar es un buen amigo, un socio capaz y en el que podemos confiar». La confianza pesa mucho en las cuestiones diplomáticas.

De cara a la galería el gobierno norteamericano asegura que sus movimientos con Qatar no tienen nada que ver con la coyuntura actual, marcada por la crisis ucraniana, sino con el reciente refuerzo de los lazos comerciales y de defensa entre Estados Unidos y el emirato. Sin embargo, la Casa Blanca ha confirmado que Qatar es uno de los grandes productores mundiales de gas natural con los que ha estado conversando para ayudar a la Unión Europea (UE) a encontrar alternativas al suministro ruso de esa fuente de energía.

Y es que varios países europeos, como Hungría, Austria y especialmente Alemania, temen que un conflicto en Ucrania paralice la circulación del gas natural ruso que discurre por el territorio que administra Kiev. Además creen que Rusia podría cortar otras vías de abastecimiento a Europa en caso de que Washington y sus aliados impongan las sanciones que ya han anunciado que sucederán a una acción militar. El propio Biden la fechó sin resquicio a la duda para este mes de febrero que arranca.

Qatar es actualmente el cuarto mayor proveedor de gas natural de la UE, con un 5,2 % de todas las compras de este recurso, por debajo de Argelia (8 %), Noruega (16 %) y muy por detrás de Rusia (41 %), de quien el bloque comunitario también depende para el abastecimiento de crudo, según datos de Eurostat de 2019. Hace unos días la UE expresó su deseo de reforzar la alianza energética con Qatar, y Estados Unidos ha pedido al emirato y a otros países que aumenten sus exportaciones a Europa de gas natural licuado (GNL), procesado en frío y que puede ser transportado de manera líquida en tanques, en vez de gasoductos.