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EFE-FRIOL (LUGO)
Los restos mortales de Idoia Rodríguez, la soldado de 23 años que falleció el pasado miércoles en Afganistán, descansan desde ayer por la tarde en el cementerio parroquial de San Mamede de Nodar, en el municipio de Friol, en el que la militar nació y pasó buena parte de su vida.

Nueve salvas, disparadas al aire por otros tantos militares y un responso castrense, cerraron la tercera jornada de luto que vivió el municipio de Friol, ante el fallecimiento de la primera soldado española que pierde la vida en una acción humanitaria. Antes, se vivieron escenas de emoción, consternación e incluso un desmayo que protagonizó una tía de Braulio, el novio de Idoa, también soldado profesional, quien ataviado con traje de gala acompañó a la familia hasta el último momento.

Según la Guardia Civil unas 2.500 personas asistieron al último adiós a Idoia y testimoniaron su afecto a una familia «totalmente destrozada», según contó un vecino que no se apartó ni un momento de Constantino y Consuelo, que perdieron a su única hija.

Los momentos de dolor y tensión se sucedieron en el corto trayecto que separa el tanatorio donde estuvo instalada la capilla ardiente del polideportivo municipal en el que se celebraron las honras fúnebres.

Acudió el ministro de defensa, José Antonio Alonso; el Presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, y el presidente del PP, Mariano Rajoy, entre otros, aunque ninguno quiso realizar declaraciones por respeto al dolor familiar.

En la parte castrense, la máxima representación recayó en el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Félix Sanz Roldán, quien esperó en el polideportivo la llegada del féretro sin poder ocultar la emoción por la pérdida de una subordinada a quien tuvo ocasión de conocer personalmente.

El féretro salió a hombros de ocho soldados comandados por un oficial que lo trasladaron desde el tanatorio hasta el primero de los siete vehículos fúnebres.