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El presunto autor material del 11-M, el marroquí Jamal Zougam, aseguró ayer que los cuatro testigos que aseguran haberle visto en los trenes el día de los atentados le reconocieron porque previamente le habían visto en la televisión tras ser detenido dos días después de la masacre. Zougam, para quien la fiscal pide 38.654 años de cárcel, es el cuarto acusado en declarar.

El acusado explicó que, aunque él trabajaba con otros tres socios en un locutorio de Lavapiés, su trabajo no era el de vender tarjetas telefónicas sino reparar los aparatos, si bien reconoció «no entender» sobre sincronizar los terminales. «Yo nunca he visto bombas, ni entiendo de eso», subrayó Zougam, a lo que la fiscal Olga Sánchez le advirtió de que no le había preguntado «sobre bombas». Al ser preguntado por qué se utilizaron en los atentados tarjetas telefónicas de su locutorio, explicó que no llevaban ningún control de las tarjetas que vendían. «Vendíamos y cuando se acababan volvíamos a comprar».

Fue detenido el 13 de marzo de 2004, cuando se le relacionó con la tarjeta del móvil conectado al artefacto sin detonar que fue hallado en la comisaría de Vallecas en la madrugada del 12 de marzo. «Creo que mi presunción de inocencia se rompió por la tarjeta que se encontró en la mochila de Vallecas», aseveró.

Negó haber estado en los trenes el día de los atentados ya que -dijo- estaba durmiendo en su domicilio (situado en la calle de Sequillo en Madrid), así como que estuviera con el grupo de terroristas que partió de Morata de Tajuña, donde se montaron las bombas, hasta Alcalá de Henares, puesto que aseguró que nunca ha estado en esa localidad.

Zougam aseguró no formar parte del Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM) en España y de ningún otro grupo, así como que tampoco conocía a nadie que formara parte del primero. También manifestó que no conocía a Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, «El Tunecino» ni a ninguno de los imputados en el 11-M, y respecto al huido Mohamed Afalah dijo que tenía sus datos porque quería que le hiciera unas obras, y sobre una llamada registrada en su teléfono, aseguró que la realizó otro individuo.

Reconoció que contactó con Faisal Allouch, uno de los procesados por la denominada «Operación Nova», para que le arreglara un rótulo de su tienda y que conocía a Imad Eddin Barakat, «Abu Dahdah», porque tenía relaciones comerciales con él. A preguntas de una de las acusaciones, Zougam relató que en 2001 dos agentes del CNI fueron a su tienda y tras identificarse con dos placas de policía, le propusieron ser confidente, a lo que él se negó.