Nuestra Señora de la Esperanza a su salida de la plaza de Sant Francesc. | M. À. Cañellas - miquel angel canellas serra

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Ni el agotamiento del día anterior tras la procesión del Crist de la Sang; ni tampoco un día gris amenazante pudo con la pasión del Viernes Santo y la devoción por la procesión del Sant Enterrament. El sonido del primer redoble de tambor a las siete de la tarde marcó la salida de uno de los desfiles más multitudinarios, a la par que solemnes, que posteriormente estuvo marcado por el silencio del luto y el dolor por la muerte de Jesucristo.

Las 33 cofradías de Palma se citaron, como cada año, en la plaza de Sant Francesc de donde partía el tradicional recorrido siguiendo el orden inverso de antigüedad. En esta edición, sin embargo, han brillado dos por encima del resto, la siempre aplaudida Nuestra Señora de la Esperanza y de la Pau; y la agrupación de penitentes del Sant Crist de l’Agonia que celebran el centenario de su fundación.

Ambos encabezaron este desfile de Viernes Santo y fueron agasajados por la presidenta del Govern, Marga Prohens, quien siguió el desfile a su paso por la plaza de Santa Eulària. Prohens depositó en el paso de la virgen, que iba acompañada por una representación de la familia March, un ramo de rosas blancas. Mientras que al del Crist de l’Agonia que ayer salió junto a la Virgen de los Ángeles, le ofreció otro de rosas rojas. A cambio, el presidente de la cofradía le hizo entrega de la medalla de su agrupación.

Los Tambores de la Sala y la Policía Montada marcaron el paso y el recorrido y, tras las cofradías centenarias prosiguió el orden tradicional, con Nuestro Padre Jesús de la Humildad (2008) al frente. El colofón lo puso, como es habitual, la organizadora de esta procesión: la Cruz de Calatrava, que data de 1902 y que transporta al Cristo Yacente, una talla del siglo XVI.

El fervor le ganó la partida al cansancio de una semana intensa de procesiones y los más de 4.000 cofrades desfilaron ante un numeroso público en el que no se discernía entre fieles y turistas. Si bien es cierto que a medida que avanzaba la procesión y entraba la noche, el grueso de observadores se iba diluyendo.

Como novedad en el Sant Enterrament de este 2024, la cofradía de La Salle estrenó un nuevo paso de la virgen a costal, que no pudo salir el año pasado. La nota triste la dejó la cofradía de las Angustias que tuvo que desfilar sin su paso (se quedó en la iglesia de la Merced) pues horas antes descubrían un fallo en la estructura y consideraron que no se podía salir con todas las garantías.

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El recorrido fue fiel al de todos los Viernes Santos: de la plaza de Sant Francesc pasó por Santa Eulària; calle Cadena, Colom Bosseria, Galera, Corderia, plaza de sa Quartera, Esparteria, plaza del Mercadal, Ferreria, Porta de Sant Antoni y entrada a la iglesia dels Socors.

Pese a ser más corta que la del Jueves Santo, la procesión no era menos dura. Por suerte en los últimos años ha habido un relevo generacional en las cofradías que fue permitiendo el cambio de costaleros. Como se recordará en 2021, la agrupación de las Angustias tuvo que retirarse antes de finalizar el recorrido, entre llantos, por agotamiento.

Hubo de nuevo calles repletas de expectación, silencios respetuosos, cera desprendida resbalando por la calzada y algún que otro confit o caramelo pasando de nazarenos a manos infantiles. La del Viernes Santo es la representación de la muerte y el entierro de Jesucristo, antes de su resurrección, de ahí la solemnidad que acompañó todo el recorrido.

Ceremonia

Pasada la medianoche la última cofradía, la de la Cruz de la Calatrava, entraba en una silenciosa y emocionada iglesia dels Socors y depositaba su talla en la urna que preside el templo, en uno de los momentos clave de la Semana Santa palmesana.

Se ponía así el colofón de una intensa semana de penitencia hasta las celebraciones, de cariz más festivo de mañana, Domingo de Resurreción.

En los actos previos al Enterrament, durante el Viernes Santo tienen lugar los via crucis, referidos a los diferentes momentos vividos por Jesús de Nazaret desde su prendimiento hasta su crucifixión; también la misa de Les Set Paraules y las procesiones del Davallament tras desclavar su cuerpo de la cruz.