Los doctores de Juaneda Hospitales y de la Fundación SOM junto con la joven Oudette. | Teresa Ayuga

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Oudette Reschala tiene 24 años y nació en la pequeña ciudad de Atakpamé, en Togo, país de África occidental. Con siete años empezó con dolores en las rodillas hasta que con 18 se cayó y se rompió el coxis en cinco partes. Desde ese mismo día, empezó un camino de sufrimiento que no ha acabado hasta que el pasado 15 de diciembre le cambió la vida en Mallorca.

«Vivir siempre con dolor era muy duro, llegué a pensar que no podría seguir adelante», confesó en esta entrevista días antes de su intervención. Profesionales sanitarios de Juaneda Hospitales aunaron fuerzas para realizarle una compleja operación de prótesis de cadera izquierda. La joven sufre drepanocitosis, una enfermedad endémica de Togo que condicionó su invalidez. Su vida ha mejorado, pero todavía se recupera en casa del mallorquín José Gelabert, que apadrina a esta joven desde hace casi tres años.

José Gelabert y su hermano junto a Oudette, en la llegada a Son Sant Joan, con miembros de SOM. Foto: MIQUEL À. CAÑELLAS
José Gelabert y su hermano junto a Oudette, en la llegada a Son Sant Joan, con miembros de SOM. Foto: Miquel À. Cañellas

El periplo de la joven de Togo no hubiese sido posible sin la ayuda de la Fundación SOM y Juaneda Hospitales, quienes han financiado su operación y estancia y le han dado una nueva vida con una nueva prótesis. Junto a Oudette ha estado la misionera mallorquina Magdalena Ribas, que ha seguido a la joven desde que aterrizó en Togo para emprender una nueva misiónen 2019. «Me acuerdo que su madre vino a nosotras [las misioneras combonianas] para pedirnos ayuda. La llegada de la COVID no favoreció a Oudette», explica la monja a este periódico antes de su regreso a Togo.

Magdalena consiguió que operasen a Oudette dos veces en Togo, pero ninguna de las intervenciones resultó exitosa. Le extrajeron la cabeza del fémur pero sin reconstrucción. «¿Cómo iba a caminar? Me comía la rabia por dentro, pero no podíamos decir nada», rememora. Oudette empezó a tener pus –era frecuente–, así que lo único que podía hacer era estar de pie con muletas. Magdalena remarca el enorme trabajo de rehabilitación y el compromiso y esfuerzo de la joven para volver a caminar con ayuda tras las operaciones.

Oudette y Magdalena Ribas. Foto: T. AYUGA
Oudette y Magdalena Ribas. Foto: T. Ayuga

La situación sanitaria en el país de Togo ha dificultado mucho la recuperación de Oudette todos estos años. Las misioneras combonianas, como Magdalena, han ayudado económicamente hasta donde han podido. La madre de la chica se quedó sin dinero y «lo perdió todo», explica la misionera. Esta familia fue víctima de la corrupción institucional: le «perdieron» el historial clínico para lucrarse de su situación así como medicamentos.

La nueva vida de Oudette, la joven de Togo a la que sanitarios de Mallorca le salvaron la vida
La prótesis de la cadera.

Nueva esperanza

El pasado 8 de diciembre de 2022, Oudette aterrizó en Son Sant Joan. José Gelabert y su hermano fueron a recogerla, a ella y a la misionera Magdalena Ribas. Oudette es una chica que desprende bondad, y su ángel, en estos últimos años de odisea, ha sido esta mallorquina comboniana.
La historia hasta llegar a este final feliz comenzó cuando Magdalena [la misionera] pasó unas vacaciones en febrero de 2022 en la Isla y visitó a José Gelabert, a quien le considera un amigo, y le contó lo mucho que sufría Oudette y lo poco que ya podían hacer por ella porque habían probado todas las vías y gastado mucho dinero. La Fundación SOM no dudó en apoyar a esta joven y ayudarla en su salud: asumieron «todo». «Hemos tenido mucha suerte en estos últimos meses desde que recibimos la noticia de que se la operaría en Juaneda Hospitales. Hemos encontrado ángeles por el camino», se muestra agradecida Magdalena durante este relato.

La congregación de la misionera le dio 15 días para acompañar a la joven durante la operación y recuperación. En la intervención de la joven participaron los traumatólogos Víctor Barro –como invitado del Hospital Vall d’Hebron– y el doctor Pierluigi Di Felice; el anestesiólogo y cooperante de la Fundación, el doctor Pablo Partida, y los equipos de Enfermería y Fisioterapia de Hospital Juaneda Miramar.

Oudette Reschala ya se recupera. La operación que le permitirá poder moverse sin dolor ha sido un éxito. «He temido mucho por mi salud, pero pensaba que tenía que pasar todo lo que he pasado para mejorar mi estado y por eso no me podía enfadar. La fe y la fuerza me han sostenido en todo este camino», reflexiona la joven togolesa.