Fran Giménez, en una reciente imagen. | Jaume Morey

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Guatemala ocupa el antepenúltimo puesto en los índices de desarrollo humano de América Latina, además de una desigualdad muy alta en la población, según el último informe de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En países tan empobrecidos como este, Fran Giménez es el responsable de tender un puente entre las comunidades indígenas y Balears. A Fran hay quien le ha etiquetado como ‘Frank de la jugla’ y, sin duda, es un buen calificativo si observamos su trayectoria: desde 1997 ha vivido y visitado los países más peligrosos y subdesarrrollados del mundo. Ha trabajado para entidades Naciones Unidas, pero desde hace unos años es técnico cooperante de la Direcció General de Cooperació del Govern, encargándose de Centroamérica y Caribe.

El pasado 11 de noviembre viajó durante tres semanas a Guatemala para conocer el funcionamiento de cuatro proyectos de cuatro entidades –financiados por la Administración–, uno de ellos relacionados con el abastecimiento del agua potable. Es el programa Musol y se encuentra en el norte del país, una zona con un alto porcentaje de población indígena que hasta hace poco tenían que acudir al río, a dos horas y media caminando: «Pasar de no tener agua potable a tenerla ha cambiado la vida a casi un centenar de familias», destaca Fran tras su llegada a Mallorca. Este cooperante ha vivido desde alegrías y emociones hasta salvajadas. No caben en una libreta sus vivencias, pero allá donde va, como en este caso Guatemala, cuenta con una red comunitaria muy segura. «Los índices de violencia e inseguridad son muy altos en estos países, sobre todo se complica en zonas de tránsito de la inmigración», señala. Su primera misión fue en Bolívia en 1997, donde convivió durante un tiempo con la comunidad Aimara. Luego marchó a Nicaragua tres años, donde años más tarde regresaría con Naciones Unidas.

Fran Giménez, durante una visita al norte de Guatemala.

En 2016, Fran estuvo en la Franja de Gaza. Allí recuerda una de las experiencias más «difíciles» de su carrera. «Fue una visita corta, ya que su acceso es bastante complicado. Siempre ha sido una zona de conflicto, así que el día que entramos, Israel disparó desde un dron a unos niños y los mató. Si no has estado en esa cárcel, es difícil de imaginar lo que hay», rememora. Fran acudía al territorio para visitar centros de refugiados.

Los trabajadores guatemaltecos comprobando la arqueta de agua.

En Colombia y en Centroamérica ha vivido momentos de tensión y de conflicto, y por eso destaca la importancia de planificar bien el viaje, coordinador «todo» con las embajadas, Naciones Unidas y las entidades locales y ser consciente, como le pasó recientemente en Guatemala, de que, si la estabilidad del país cambia, debe abortar misión y atrasar el viaje. «La gente piensa que la cooperación es bonita o exótica, pero no es fácil, ya que nosotros no trabajamos en las capitales, sino en los territorios más pobres y difíciles. Allí llegan estas subvenciones».