Una mujer haciendo uso de la mascarilla como medida de prevención. | Efe

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«Es la moda otoño invierno en el hemisferio norte». Así responde Marina García, médico de familia en el Servicio de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) de Inca sobre el hecho de que en estos días quien más quien menos vaya a despedir el año resfriado, con tos o algo de fiebre. «Es lo esperable y natural en estas fechas, no debería ser una gran noticia». Y no lo es, salvo que a mucha gente le llama la atención la circulación notable de virus respiratorios y la incapacidad de discernir sobre si es un catarro, algo de gripe o la ya aceptada COVID.

La respuesta no es sencilla, «nos cuesta bastante distinguirlos y, de hecho, en la mayoría de los pacientes no nos interesa conocerlo», reconoce la especialista. Sin embargo, «vemos muchas consultas, hay un repunte en Urgencias de Atención Primaria y en Urgencias de los hospitales en general, porque la gente no distingue mucho entre las unas y las otras. La educación sanitaria debería mejorar en este sentido», añade.

Los síntomas de la gripe, la COVID y el rinovirus que se esconde tras el resfriado común son muy parecidos aunque sólo a los mayores o a las personas con patologías crónicas se les pasa el test definitorio. «A los jóvenes sin patología previa o sin antecedentes no tiene sentido hacerles el diagnóstico porque el tratamiento es al mismo a nivel».

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Así pues, se habla de una nueva expansión de la COVID entre quienes se aventuran a hacerse el test farmacéutico, sin embargo sus síntomas son leves pues en los hospitales apenas se ve. La mayoría de los ingresos son por gripe y eso que todavía no ha llegado a las Islas la epidemia que ya empieza a afectar a la Península.

«Aquí la gripe viene cuando hace frío y hasta finales de noviembre no ha habido temperaturas invernales. Suele haber un pico por entonces; también a mediados de enero, y ahora, tras las cenas de Nochebuena, algo que es lo esperable», prosigue la doctora García. Y es que pocas buenas costumbres ha dejado la pandemia por COVID, si bien en su día enseñó a la población que la medida más efectiva contra la propagación de los virus respiratorios es un buen uso de la mascarilla. «Tenemos memoria a corto plazo y no recordamos que debería ponerse porque es altamente efectiva, debería ser fundamental junto con la vacunación», señala Marina García.

Y la vacunación es, precisamente, otra de las medidas de prevención fracasadas. Ni la campaña contra la gripe, ni la de la COVID están funcionando en las Islas, pese a que la población debe saber que todavía está a tiempo de protegerse de las dos enfermedades.

Y es que «no hay que banalizar la gripe, sobre todo la A que es bastante incapacitante, pero tampoco la COVID. Cada una de ellas puede afectar en mayor o menor medida y la vacunación no evita el contagio pero sí las complicaciones graves, acabar con una neumonía o en el hospital», concluye.