«El objetivo de SOM es claro: ayuda y apoyo a la gente que más lo necesita», asegura Jaume Julià. | Angie Ramón

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Es el quinto día de la expedición y al doctor Jaume Julià, especialista en Angiología y Cirugía Vascular, ya se le nota la cara de cansancio y unos ojos húmedos por su mochila de emociones, que ya pesa. Él es el presidente de la Fundación SOM (Sanitaris Oberts al Món), que el pasado viernes viajó a la zona de Sanyang, en Gambia, con un proyecto solidario y sanitario. Todo el equipo, comprendido por 20 sanitarios, ha atendido a más de 100 personas, y un gran porcentaje eran niños. El doctor Julià ha visitado además el hospital principal de Banjul, y ha acordado con los responsables una expedición para el año que viene en la que operarán a los pacientes en lista de espera.

¿Qué le ha parecido el Edward Francis Small Teaching Hospital de Banjul?
Es un hospital grande pero en condiciones deficitarias, tanto de higiene como de organización y de material. El quirófano, por ejemplo, es correcto, ni muy bueno ni muy malo, y lo mejor del hospital es, desde mi punto de vista, la actitud. Nos han recibido con los brazos abiertos y nos han facilitado las cosas a nivel económico, burocrático y de gestión de los recursos. Hemos acordado hacer una expedición quirúrgica de dos especialidades, una será cirugía vascular y la otra todavía está por determinar. Operaremos a muchos casos de la lista de espera, que es larga, y seguramente viajaremos o a final de enero o a principio de febrero del año que viene.

¿Cómo surgió la idea de crear una fundación para curar y operar en el mundo subdesarrollado?
Hace cuatro años montamos la Fundación SOM. Yo tenía experiencia con otras ONGs y entidades, pero al final pensé que si organizaba algo con la gente de mi entorno laboral -la Fundación está apoyada por Juaneda Hospitals y la mayoría de los voluntarios de esta expedición trabaja en sus centros sanitarios- que tuviese ganas de colaborar. Pensé que al montar nuestra propia entidad podríamos aportar un gran beneficio, sería más rentable económicamente y efectivo.

¿Por qué dirías que las entidades o fundaciones sanitarias son más rentables que, tal vez, ir por cuenta propia a un país a operar o curar?
Porque es la única manera de llegar a poblaciones como las de Gambia. No puedes venir aquí, solo, a pesar de tu buena voluntad. Todos somos seres humanos y, como tal, precisan de las mismas garantías a nivel sanitario que puedas necesitar tú en Mallorca. No puedes ser un aficionado a la enfermería o a la medicina e intentar hacer el bien sin ningún orden detrás y sin consciencia.

¿Hay sanitarios que hacen las cosas sin orden y sin consciencia cuando van a cooperar?
Supongo que sí, pero también muchos que hacen las cosas correctamente.

¿Cuál dirías que es el motivo de ser de la fundación?
El objetivo es claro: apoyo y ayuda sociosanitaria a la gente que lo necesite. Nos demandan en muchos territorios africanos, como Ghana, Senegal o Kenia, pero montar un proyecto es muy complicado. Incluso, también planteamos un proyecto sanitario para Mallorca que ha sido mucho más complicado de desarrollar porque el Govern balear los deniega. Quisimos ofrecer a las personas sin hogar asistencia durante un día en un hospital para asearles, curarles las heridas, dar medicación y realizarles un análisis de sangre, pero esa propuesta no llegó a ejecutarse .

¿Por qué Gambia?
Nos fijamos en ese país por varios motivos: por su grado de pobreza y su estabilidad religiosa y política. Es un país fácil para moverse y, por otro lado, con muchas necesidades. En este caso, contamos con un fixer local (alguien que vive en un país y ayuda a resolver problemas al recién llegado), José Luis, presidente de la ONG Amigos de Gambia.

¿Cuál es vuestro ‘modus operandi’?
Vamos a Gambia una vez al año, pero este trabajo sobre el terreno es solo la punta del iceberg de un enorme trabajo que hacemos durante todo el año con la gestión de los recursos, materiales y humanos. Hay que gestionar a las personas, las toneladas que se donan al país… Si falla un eslabón de la cadena, el proyecto no funciona. Aunque la semana en Gambia es intensa, detrás hay mucho trabajo.

Lleva viniendo a Gambia desde hace años. ¿Ha notado alguna mejora en el país?


Las necesidades sanitarias son las mismas, pero Gambia sí ha evolucionado a nivel de infraestructuras. La primera vez que estuve en la capital (Banjul) solo había un semáforo. Hoy hay al menos 15. Por otra parte, hay más carreteras. Pero en cuanto a las cirugías, sigo haciendo las mismas.

Y no se cansa, cada año viene.
La cooperación sanitaria debería ser obligatoria para todos los profesionales de la salud, al menos una vez en la vida. Es una experiencia única. Los que estamos en esta profesión lo hacemos para ayudar. Luego, si te engancha, sientes una especie de endorfina, que te hace repetir la experiencia cada cierto tiempo.

¿Qué es lo más duro para usted?
La reorganización. En Gambia hace calor y es una semana muy intensa de trabajo. Al acabar la expedición, estamos agotados. Son muchas horas seguidas de trabajo y el cuerpo no da para más. Y a nivel emocional, es un chute de adrenalina. Vivimos una tormenta de emociones. Sin duda, mi perspectiva de la vida ha cambiado y mi escala de valores. Esta ayuda, como médico, te hace ser mejor persona y lo reflejas en tu círculo y en tus pacientes.