La tienda de la Plaça Major vende también sus productos de CBD en la ‘app’ móvil Glovo. | Teresa Ayuga

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Si usted escribe en el buscador de Google las palabras ‘CBD Palma’ encontrará 10 referencias de comercios que se dedican a la comercialización de uno de los cannabinoides que se encuentran en la planta de la marihuana. Basta con desplazarse a lugares tan céntricos de Ciutat como la calle Velázquez, la Avinguda Argentina o la calle Sant Miquel para adquirir de manera legal este producto que puede servir como substitutivo de la ‘hierba’ y, como señalan los expertos médicos y jurídicos consultados para este reportaje, se sitúa en un vacío legal entre su función teórica y el uso recreativo de la mayoría de sus consumidores.

Sin ir más lejos, en la Plaça Major de Palma se ubica Tom Hemp’s, un comercio de 65 m² que abrió en 2020 en la capital balear y que forma parte de una cadena internacional con tiendas en Barcelona, Salerno (Italia), Luxemburgo y Berlín, ciudad donde nació el proyecto en 2016 y en la que cuentan dos sucursales.

El italiano Mauro Romano es el encargado del establecimiento en el que trabajan actualmente tres personas. Según nos cuenta Romano, el comercio factura alrededor de unos 20.000 euros al mes y entre sus productos destacan los cogollos, que suponen un 80% de las ventas, así como aceites, cosmética o accesorios para fumadores como grinders (picadoras de hierba), mecheros o papel de liar, entre otros.

El origen de la tienda

Romano explica que «nosotros fuimos la primera marca grande en abrir en el centro de Palma y dar una imagen diferente. Aprovechamos que hay bastante relación entre Alemania y Mallorca y que es una marca conocida que había crecido mucho en poco tiempo para desembarcar en la Isla», y añade que «el negocio va bien. Ha tenido temporadas mejores, aunque ahora es un momento más tranquilo ya que no hay un flujo constante de ventas y dependemos del turismo».

Acerca de sus proveedores, el encargado de la tienda de Palma cuenta como «nuestros establecimientos se nutren de cultivos legales que cuentan con una certificación de la Unión Europea y pasan controles de calidad formados por diversas analíticas. La mayoría de los suministradores de ‘cogollos’ de Tom Hemp’s están en Italia», explica el encargado antes de agregar que «más o menos el cincuenta por ciento de nuestros clientes son turistas y el resto, residentes». Sobre el hecho de comercializar un producto como el CBD, Romano argumenta que «se está dando una alternativa controlada a personas que antes solo tenían la opción de fumar lo que les vendían ilegalmente en la calle».

Situación legal

Para este y otros aspectos legales recurrimos a los abogados Gaspar Oliver y Vicente Campaner. «No he tenido casos con el CBD como protagonista ni conozco ningún compañero que los haya tenido», afirma Oliver, y añade que «en Estados Unidos esta substancia es legal en California pero si la consumes en otro estado puedes ir a la cárcel». Campaner aclara la situación jurídica del cannabidiol en España. «El CBD es legal pero, aunque suene extraño, su tipificación legal no es para fumar, sino que unicamente se puede vender como cosmético, suplemento dietético o alimento. Es lo que coloquialmente llamamos una laguna legal, como ocurría hace años con los grow shops».
El letrado asesora a «algunos clientes que en los aeropuertos les paran porque los detectores todavía no están preparados y los revisores solo se quedan en la apariencia física, que es indistinguible de la del cannabis».

Pero, ¿te puede multar la policía por llevar CBD en la calle? El abogado explica que «la clave es el recibo. Si se lleva el ticket y la bolsa está precintada no debería haber ningún problema». Sin embargo, puede darse el caso de que con picaresca se ponga marihuana en la bolsa y se use el recibo de la tienda de CBD como coartada. «Esa es la paradoja. El policía de turno no tiene los medios para saber qué THC tiene lo que llevas y puede aplicar una sanción por atentar contra la salud pública, cuya multa es a partir de 600 euros. El criterio del agente es clave para imponer o no el castigo», explica.
Campaner cree que el fenómeno del CBD puede trascender el estatus de moda y tener continuidad en el tiempo. «Va a implantarse entre nosotros si no se legaliza la marihuana», zanja.

Una consumidora

María (nombre falso) tiene 39 años y descubrió el CBD en el confinamiento «cuando no había acceso a marihuana». La joven cuenta que «un amigo me la enseñó y lo pedía por Internet. Hay muchos tipos y precios». De hecho, es frecuente encontrar publicidad de productos de CBD en redes sociales. En uno de estos anuncios se promete «una entrega en 24 horas, discreta e inolora». María explica que «quería tranquilizarme y dormir ante una situación que me generaba ansiedad. El CBD me gustó, relaja bastante. En mi caso, fumaba un porro después de cenar. Las mayores diferencias con la marihuana son dos: no da resaca y, al menos a mí, con la ‘hierba’ no podía leer y con el CBD, sí. Me ayudó a pasar esos días y a dormir. Luego no seguí con ella».