Imagen de archivo de Valtònyc. | ARCHIVO UH

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Cuentan que se ofende cuando lee que la prensa le llama José Miguel: "Soy Josep, joder". Nacido en sa Pobla en 1993, la vida de Valtònyc -Josep Miquel Arenas Beltrán- fue de todo menos fácil. Una infancia marcada por las desgracias y una pasión: rapear. O como se define él mismo: "Un rapero payés con principios estalinistas". Para la Guardia Civil lo de menos es su vertiente artística, en realidad bastante mediocre: "Es un delincuente condenado y huido de la Justicia en España", apuntan en fuentes de la Benemérita de la Isla.

El periplo judicial del prófugo mallorquín comenzó en el verano de 2012, cuando fue detenido por enaltecimiento del terrorismo, apología al odio ideológico, incitación a la violencia e injurias a la Corona. Cinco años después, la Audiencia Nacional le condenó a 3,5 años de cárcel. Como si no fuera suficiente, Josep abrió nuevos frentes y la emprendió contra Jorge Campos (ahora diputado de Vox y por entonces presidente de Actúa), que lo denunció, y en mayo de 2018 publicó un vídeo en el que animaba "a matar a un guardia civil".

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Ese mes debía ingresar en la cárcel, para cumplir la condena de la Audiencia ratificada por el Supremo, pero días antes huyó de España oculto en un maletero de un coche y se refugió en Bélgica, un santuario para etarras en los años 90, y donde huyó también Carles Puigdemont, el president catalán prófugo de la Justicia. Durante sus seis años de exilio, de hecho, se ha hecho íntimo del político, que ha sido quien lo ha llevado en coche y lo ha despedido oficialmente en su salida de Waterloo, el cuartel general de los catalanistas y, en 1815, tumba para las tropas de Napoleón.

Últimamente, el rapero se había volcado en el gimnasio y su entorno cuenta que está obsesionado con la musculatura. Y con su aspecto. Lleva tatuado en el cuerpo unos poemas y un fusil Ak-47, tan soviético como él, y contaba a sus amigos que tenía un sueño recurrente: Volvía a Mallorca y comía una esponjosa ensaimada. En abril de 2019 vivió uno de sus días más felices, cuando su hermano del alma Pablo Hasél, otro rapero condenado que ingresó luego en prisión por sus letras delictivas, lo visitó en Bruselas. Actuaron en un garito alternativo, la sala Barlok y escenificaron un frente único "contra el poder establecido". Desde hoy, tras supuestamente haber prescrito su pena, Valtònyc podrá hacer realidad su sueño y saborear una ensaimada en la Isla. O no. Que igual la Guardia Civil le está esperando y estropea el festín.