Imagen de un expositor de bebidas energéticas en un supermercado. | Justicia Alimentaria

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Baleares estudia prohibir el consumo de bebidas energéticas a niños, niñas y adolescentes menores de edad. Se sumaría así a Galicia, que ya ha anunciado el veto a partir del año 2024 con una ley que las equiparará a las bebidas alcohólicas. Una propuesta que la Conselleria de Salut del Govern balear ha acogido con interés: «nos parece una buena iniciativa y estamos explorando posibles vías para aplicarla también en Baleares», han declarado a Última Hora fuentes de la conselleria.

La Xunta de Galicia fundamenta su decisión en los riesgos para la salud que conllevan las bebidas energéticas por su alto contenido en sustancias estimulantes como la cafeína o la taurina, que pueden poner en peligro los sistemas cardiovascular y cerebral de los adolescentes con alteraciones del sueño, nerviosismo, irritabilidad y ansiedad. Además, su ingesta suele ir relacionada con el sobrepeso y la obesidad. Los riesgos aumentan cuando se mezclan con alcohol, lo que provoca una disminución de la percepción de intoxicación etílica y un mayor deseo de beber.

Pediatras y médicos de Atención Primaria comprueban prácticamente a diario como las bebidas energéticas perjudican a los menores, que las tienen a su alcance sin ninguna restricción. Pese a que la evidencia científica es clara, los encargados de legislar no han dado el paso hasta ahora, más allá de recomendar que no se consuma.

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De materializar este anuncio, Galicia se convertirá en la primera comunidad que ponga límites a estas bebidas, algo que numerosos expertos como el doctor Jorge Muñoz, director del espacio «Jorge El Pediatra», esperan que se haga extensivo a Baleares y al resto de comunidades o incluso abra la puerta a una normativa estatal: «Son bebidas absolutamente nocivas para los menores de 18 años. En la consulta he tenido casos de chavales que duermen mal, tienen ansiedad, mucha irritabilidad y aunque no sea una causa única, influyen mucho este tipo de bebidas si se consumen a esas edades ». Según Muñoz: «el error es pensar que son bebidas isotónicas, y no tienen nada que ver. Hablamos de bebidas adictivas por sus altas dosis de cafeína y azúcar. En el caso de menores, son equiparables al alcohol y pueden generar taquicardias y llevar a la depresión. Incluso se han dado casos de muerte súbita en adolescentes tras un consumo excesivo excepcional

Las bebidas energéticas representan un conjunto de productos que desde hace algunos años se comercializan libremente en muchos países. Su irrupción en el mercado está influenciada por intensas campañas publicitarias, que las definen como bebidas refrescantes que incrementan la resistencia física, proporcionan sensación de bienestar y estimulan el metabolismo, capaces de suministrar un elevado nivel de energía por la combinación de ingredientes con efectos estimulantes. Contienen cafeína, glucuronolactona y vitaminas. Algunas atribuyen sus propiedades estimulantes a la taurina, al ginseng o el guaraná, y en algunos casos se agregan minerales, inositol y carnitina.

El consumo de bebidas energéticas ha experimentado un aumento sustancial durante las últimas décadas. En España ya supone el 2% del total de bebidas refrescantes, según un informe de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), en el que destaca que este tipo de bebidas «no están recomendadas en niños, mujeres embarazadas o en periodos de lactancia». La Agencia advierte que «el consumo regular de cafeína puede causar dependencia física moderada a partir de 100 miligramos al día y tolerancia a esta sustancia, creando la necesidad de consumir una dosis mayor que la inicial para conseguir un efecto similar al original». Las latas de 330 ml tienen 105,6 mg, lo que equivale a 1,3 cafés expresos. Las de 500 ml tienen 160 mg y equivalen a dos expresos.

Los adolescentes son los que más las consumen. Según la encuesta Estudes 2021 (Encuesta sobre uso de drogas en enseñanza secundarias) del Observatorio Español de las Drogas y Las Adicciones (OEDA), realizada a estudiantes de entre 14 y 18 años, casi la mitad la ingirieron en los últimos 30 días (el 50,7% de los chicos y el 39% de las chicas). El 16,1% la mezcló con alcohol.