Agnès van Zanten posa para esta entrevista. | Jaume Morey

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Agnès van Zanten,  directora del Centre de Recherche sur les Inégalités Sociales y profesora de la prestigiosa universidad Sciences Po de París, impartió este martes la conferencia Competencia y desigualdad en los sistemas educativos, en el marco de la presentación del Anuari de l’Educació de les Illes Balears 2003.

La imagen de la educación francesa siempre ha sido la de una escuela igualitaria.
El sistema francés presenta desigualdades sociales de base muy importantes. Existe una élite de alto nivel, pero se deja atrás a muchos estudiantes de clase baja, sobre todo de la inmigración.

¿Por ser muy exigente?
El nivel de exigencia es muy alto, probablemente más que el español, pero no hay apoyos a los más desfavorecidos. Se enfatiza mucho el mérito, centrado en la excelencia. Lo que no es excelente es tratado con cierto desprecio, lo que da lugar a una separación entre la élite y el resto.

¿Y en ello intervienen los centros privados?
La educación privada supone, aproximadamente, el 20 % del sistema francés. Se ha calculado que, en unos diez años, el 90 % de los mejores alumnos estará en centros privados. Antes, las clases altas confiaban en la calidad de la enseñanza pública. Los centros privados, normalmente para familias católicas y conservadoras, no tenían a los mejores alumnos.

¿Y qué está pasando?
La escuela pública está muy centrada en el mérito y en la excelencia, pero no en los alumnos como personas. En cambio, la privada sí se está ocupando de las personas y de los valores. Es más personalizada, también fuera de clase. La enseñanza privada está resultando más atractiva para las élites liberales e intelectuales, y, gracias a las subvenciones públicas, es más accesible para las clases medias. Francia también ofrece la particularidad de que las familias se pasan del sistema público al privado y al revés, y pueden hacerlo más de una vez. Creo que en España hay más estabilidad en ese sentido.

¿Hay alguna respuesta o reacción de la Administración?
Hay continuos cambios en la política educativa. No hay continuidad. Y por ello no hay capacidad de evaluación del sistema y se genera una escasa confianza en esas políticas educativas cambiantes.

Pero los docentes son profesionales preparados, de alto nivel, ¿no?
Bueno, son de alto nivel en las materias que imparten, pero no tienen una verdadera formación pedagógica. Sería necesario que tuvieran una mayor preparación pedagógica y psicológica ante unas clases muy heterogéneas y para la gestión de grupos. En Francia, hay pocos recursos para unas clases muy pobladas. Y los directores de los centros no actúan como responsables pedagógicos. Son considerados como representantes de la autoridad educativa y como meros agentes administrativos.