Isa y Vanesa y Nunci con sus dos hijos afectados por no contar en su clase con una ATE, una figura que por ley les toca. | Miquel Àngel Cañellas

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La Ley Orgánica 2/2020, del 29 de diciembre, de Educación establece que las administraciones educativas deberán depositar los medios necesarios para que todo el alumnado consiga el máximo desarrollo personal, intelectual, social y emocional de los niños. La figura de los Auxiliares Técnicos Educativos (ATE) es una garantía para las escuelas, según establece la normativa.

Sin embargo, la propia ley no se está aplicando correctamente en los centros públicos de Mallorca. Dos madres del CEIP Pere Cerdà, en el Port de Sóller, han denunciado recientemente que la Conselleria d’Educación les haya denegado la petición de una ATE para sus hijos, Sira y Lluís, ambos en primero de Primaria, que comparten la misma clase, con necesidades especiales.
«Ahora mismo, quien está cubriendo las funciones de los ATE son una profesional de Audición y Lenguaje y una pedagoga terapeuta. Pero no debería ser así», critica una de las madres, Nunci Rodríguez.

Durante la etapa de Infantil, ambos menores tuvieron una ATE que les acompañaba en sus horas lectivas. El problema ha llegado con el cambio a Primaria. Sira es una niña con una enfermedad rara, y no habla. En el caso de Lluís, tiene Asperger en grado dos y tampoco verbaliza. «El colegio entregó la petición a Educació y nos la denegaron por no cumplir los baremos. Qué sentido tiene, si los años anteriores nuestros hijos han tenido una auxiliar y ahora sus necesidades, y todo lo demás, son las mismas. Incluso van empeorando, no a mejor», sentencia la otra madre denunciante, Vanesa Estarellas.

En la oficina de Atención a la Diversidad le llegaron a decir que «un ATE está solo para cumplir las necesidades básicas, como dar de comer, cambiar el pañal o ayudar a desplazarlo». Las madres condenan esta definición: «No están para eso. Un o una ATE actúa como una madre dentro del aula, por eso son fundamentales para nuestros hijos, que son niños no verbales. Un ATE es también su voz», defienden. De hecho, en la propia Direcció General de Primera Infància, la ley desgrana las funciones de estos profesional, que van mucho más allá de cambiar pañales.

Otra madre del mismo CEIP Pere Cerdà, Isa Granados, madre de Llucía, de cuatro años y con autismo y grado tres de dependencia, escribió una carta (imagen) que hizo llegar a las madres afectadas. Aunque su hija sí tiene ATE, porque está en Infantil, le preocupa que cuando pase a Primaria tenga el mismo problema. «Nos hemos encontrado padres y madres de otros colegios públicos que les instan a buscar un centro de educación especial, privado. Yo, como madre, me niego, porque la educación tiene que ser inclusiva. La propia FAPA dice en su manifiesto que cualquier centro educativo tiene que tener los mismo recursos que un centro especial o privado», apunta.

Ahora que empiezan un nuevo curso escolar, preocupa que la atención de los niños sin ATE disminuya, y sobre todo a la hora del recreo. «Estamos notando mucho que nuestros hijos no tienen auxiliar. Y nos preocupa que todo lo que han podido avanzar, ahora lo pierdan». El CEIP ha recibido cuatro peticiones de familias que precisan ATE, y sin embargo, a día de hoy solo cuentan con una profesional para Infantil.

Las madres aseguran que no pararán hasta que Educació acepte la petición, primero porque «es un derecho» y, segundo, porque «a los niños con necesidades especiales no les pueden abocar a los centros privados».