La familia al completo en la piscina del piso en s'Estanyol. | M. À. Cañellas

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Jalil Abdelyalil ha tenido que coger un autobús y un avión, con dos escalas, para llegar a Mallorca. Tiene ocho años y jamás había salido de África. Aterrizó el 15 julio, cansado y con una pequeña mochila casi vacía, en el Aeropuerto Son Sant Joan. «Lo primero que hizo al llegar a casa fue descansar», dicen desde s’Estanyol Guillem Picó y Carol Simó, los padres de acogida que el viernes despiden a Jalil porque regresa a los campamentos de Tinduf con otros 31 niños repartidos entre Mallorca y el resto de Islas.

Que Jalil tenía que venir este verano no ha sido casualidad, aunque la suerte también ha colaborado en esta historia. «Nosotros reclamamos especialmente a Jalil», explica el matrimonio. Guillem y Carol acogieron a Isa Hamudi los veranos de 2015, 2016 y 2017. Isa es el tío de Jalil, por lo que el nombre del pequeño saharaui ya sonaba en la casa de esta familia mallorquina durante esos años. «Le dijimos a Isa que cuando Jalil tuviera ocho años, intentaríamos traerle». Y se cumplió.

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Gerard y Martí junto a Jalil, leyendo un tebeo, que han hecho a menudo este verano.
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Aparte, Jalil tiene a otro tío en Mallorca, Mustafa Hamudi Mohamed, hermano de Isa. Mustafa fue uno de los primeros niños saharaui de Vacances en Pau, programa que fundó l’Associació d’Amics del Poble Sahrauí en 1987. Los días de verano de Jalil han transcurrido entre la playa, el buen tiempo, el aire puro y el juego interminable con Martí y Gerard, sus hermanos mallorquines durante estos dos meses.
–«¿Te lo has pasado bien, Jalil?».
–«Sí», dice con efusividad y con sus sonrisa blanca reluciente.

Porque aunque ahora Jalil quisiera que el verano en Mallorca fuera interminable, en Tinduf le esperan su madre y más familia con la que ha hablado estos días para transmitirles que está muy feliz.
La adaptación fue sencilla, según mencionan Guillem y Carol. Y la convivencia, extraordinaria. «Le enseñamos cómo hacer pipí sentado en la taza del wáter o comer con utensilios. En unos días, ya lo había aprendido», detalla Carol. «Siempre digo lo mismo cuando nos preguntan por la acogida de los niños saharauis. Hay que tener claro que son niños pequeños y que lo único que quieren es disfrutar de estas vacaciones. Ni les tienes que enseñar Formentor ni Valldemossa. Solo quieren pasárselo bien», añade Guillem.

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Carol Simó prepara la maleta del pequeño.

Ellos son una de las 27 familias de Mallorca que intentan aportar su granito de arena a la causa saharaui. «El referéndum les corresponde», lamenta Carol, consciente de su lucha por la autodeterminación. Y ambos saben que este programa no es para todos. «Claro que te da pena que se vayan, pero tienes que tener mente fría, de que esto es un programa de acogida temporal. Esto lo tienes que tener claro como familia. Que no solo es su experiencia, también la nuestra porque hay que sacrificarse. Hay que responsabilizarse con las citas médicas y su cuidado», aclara Carol Simó.
En dos meses, el pequeño Jalil les ha contagiado su sonrisa. La familia no duda en volverle a ver pronto. El verano que viene.