Pau Emili Muñoz el viernes ante el escenario del Acampallengua 2023.

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Pau Emili Muñoz es el presidente de Joves de Mallorca per la Llengua, que el sábado y el domingo recuperaron el Acampallengua tras 11 años.

Con el Correllengua y el evento del fin de semana afianzan el retorno del activismo masivo por el catalán. ¿Hay fuerzas para mantenerlo?
— Creo que sí. Ya se mantuvo durante muchos años y se dejó de hacer porque hubo un contexto político complicado y, además, se consideró que no se podía superar el número de participantes. Ahora tenemos un equipo con ganas y hemos empezado una rueda difícil de parar.

¿Este resurgir se debe al descontento con los partidos del Pacte?
— No lo creo, no hay una relación directa. Existe un descontento sobre las políticas culturales y lingüísticas porque se podría haber hecho mucho más, pero el Govern y el Consell nos han ayudado mucho a hacer el Correllengua y el Acampallengua, al igual que el Ajuntament de Sa Pobla. Pero les exigimos más. Haber llenado Sa Pobla en campaña electoral es un mensaje a los políticos de que la cultura y el catalán importan.

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Han renovado la militancia juvenil por la lengua. ¿Son muy diferentes a los activistas de hace 10 años?
— No creo que haya cambiado tanto, pero la falta de estas actividades crearon un vacío que se ha juntado con un gobierno que no ha atacado a la lengua y cultura, y eso ha desincentivado la cultural del voluntariado. Con el Acampallengua hemos visto que la gente ha respondido y en nada conseguimos las 130 personas que necesitábamos para organizarlo. El perfil del militante, en cambio, antes era más combativo. Ahora está más relacionado con la música que se hace en catalán y hay un déficit de música combativa en esta lengua. Al no haber ataques directos a la lengua, no hay reacción tan fuerte.

¿Cómo pueden seducir a los catalanohablantes menos concienciados sobre el retroceso de la lengua?
— Se les puede interpelar desde muchos frentes. Si no eres un firme defensor del catalán, pero te gusta el tema asociativo, es fácil entrar. Una vez que te sumas, ves la realidad de la lengua, aprendes a convivir y organizar actos. Es un aprendizaje que seduce a los que no sean militantes.

¿Os inspira el modelo de Antònia Font, que normaliza el catalán al margen de la política?
— Se tiene que tener un poco de todo. No hace falta ser muy combativo para hacer música en catalán, pero no podemos perder de vista que a la lengua es atacada constantemente. Está muy bien hacer música con ukelele y ser mainstream, pero si nos dormimos, no habrá música catalana, ni combativa, ni de nada. Se debe de combinar y por eso en el Acampallengua ha tocado Antònia Font y Auxili, muy politizado. Debemos abarcarlo todo.

¿Ya se han marcado nuevos retos?
— El año que viene, que la entidad cumple 30 años, queremos hacer algo que nunca se haya hecho.