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La carreras ilegales se han convertido en una epidemia. Los vecinos de la Tramuntana denuncian que los pilotos furtivos de motos y coches delinquen prácticamente a diario a lo largo de la conocida Mi-10, la carretera que atraviesa la Serra de Tramuntana. En este sentido, lamentan la falta de inacción de las autoridades antes una situación que afecta a este espacio que, recuerdan, es Patrimonio Mundial de la Humanidad, así como a los residentes, que se sienten abandonados.

En este sentido, critican la «sospechosa desidia» de la Guardia Civil entorno a este problema, y ponen sobre la mesa el caso de un vecino que, después de llamar incansablemente al 062 y al 112, para que alguien fuera a poner fin al infierno que tenía lugar ante su casa, finalmente un agente se personó en su domicilio y, después de identificarlo a él, le dijo que «tenía que ser comprensivos con aquellos muchachos, que tenían mucho de tiempo libre y que tenían derecho a divertirse». Todo esto, según el texto de los afectados, mientras los corredores pasaban con sus bólidos sin miedo a ser identificados.

Las críticas de los residentes también se dirigen a la Delegación de Gobierno y al Consell de Mallorca que hicieron una rueda de prensa para ofrecer un informe que señalaba que las sanciones en la Mi-10 se habían multiplicado en un año; que se había invertido una notable cantidad de dinero público para transformar los 114 kilómetros de línea discontinua de esta carretera en línea continua, prohibiendo así los adelantos; así como también la jubilación de las numerosas señales que limitaban la velocidad a 70 kilómetros por hora por otras que la limitaban a 60 kilómetros por hora.

«Era obvio que ninguno de los que habían ordenado estas actuaciones prácticamente infantiles tenía la más mínima confianza en su efectividad», lamentan los afectados. «A pesar del considerable dispendio público, los pilotos han seguido exhibiendo su poder y dejando claro, una vez más a lo largo de 40 años, que quien manda en la Mi-10».