Jaume Adrover, portavoz de Terraferida, en una imagen de archivo. | ARCHIVO

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Jaume Adrover (Portocolom, 1975) ha sido una de las caras más visibles de Terraferida, que la semana pasada anunció que cesan su activismo ecologista tras ocho años.

Dejándolo a poco más de un mes de las elecciones, ¿buscaban dar un golpe contra el Pacte?
—No, ha sido todo muy casual. No ha habido ningún cálculo. A finales del año pasado ya teníamos la decisión casi tomada, pero teníamos en marcha el estudio sobre urbanización que presentamos en febrero. La idea era exponerlo y dejarlo antes. Además, en los últimos meses de legislatura es difícil que haya cambios sustanciales. No había ninguna intención de hacerlo coincidir.

¿Han recibido mensajes por parte de algún dirigente de la izquierda tras el anuncio?
—No. Nos hemos dedicado a incomodar los partidos. El juego es este, deben comprendernos y nosotros también a ellos, pero hace unos años la discrepancia no estaba tan mal vista como ahora. Cuestionamos políticas concretas que no nos gustan, pero no a personas.

Denunciaron que los partidos no os escuchan, ¿salvan a alguien?
—Hay excepciones. Més per Menorca ha seguido el mismo discurso que nosotros, son una referencia política, aunque no coincidamos en todo. Hemos tenido más comunicación Pep Castells que con Més per Mallorca. También se merece un reconocimiento Antoni Alorda (Més per Mallorca), que siendo presidente de la Comissió Balear de Medi Ambient ha trabajado muy bien y nos ha escuchado. También tuvimos buena relación con Laura Camargo y Carlos Saura, cuando todavía estaban en Podemos.

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Aun así, han recibido muchos mensajes positivos.
—Esperábamos algún agradecimiento de la gente, pero ha sido desbordante, el viernes no pude ni trabajar. Ha sido increíble. Damos un mensaje negativo, pero preferimos ser directos y sinceros. Podríamos haber dicho que nos vamos para recuperar fuerzas, pero no es así.

Algunos critican que solamente han existido en Twitter, ¿qué les diría?
—Nunca hemos tenido recursos, pero sí voluntad. Con tan poco, no se podía hacer más. Elegimos un modelo pequeño, más ágil, sin tener que esperar a que una directiva decida. Hemos experimentado con un modelo diferente. Ha sido una aventura que la propia gente nos ha ayudado a impulsar. No había ni intención de ser una asociación, como luego nos constituimos. Canalizamos la rabia por la masificación y la pérdida de espacios naturales.

¿Qué logros ha conseguido Terraferida?
—Destapamos un poco la realidad del alquiler turístico, de la que ni siquiera nosotros éramos conscientes. Pensábamos que había 30.000 plazas, e incluso el Govern lo desconocía. La última actualización que hicimos, solamente en Airbnb, era de unas 140.000 plazas. Es brutal, una transformación social en tiempo récord. Construir miles de plazas turísticas necesitó muchos años. También hemos puesto en el debate social la urbanización.

¿Miquel Barceló hizo el dibujo para la despedida?
—No se lo pedimos, quiso contribuir de alguna manera. Fue una gran sorpresa porque Miquel siempre ha sido muy cercano. Es muy discreto, pero ha estado muy pendiente de lo que pasa en Mallorca. Nos ha ayudado a despedirnos de la mejor forma.

¿Es un parón definitivo?
—Tendría que haber un cambio en las condiciones. Pegar la cabeza contra la pared, que son los partidos, es una pérdida de energía. Queremos saber qué hará la izquierda ante la sequía, la urbanización, la masificación, el cambio climático y la movilidad. La derecha sabemos qué piensa hacer.