Álvaro Middelmann, tranquilo y relajado, junto a su perra ‘Bola’, en un momento de la entrevista. | Pilar Pellicer

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Álvaro Middelmann (Madrid, 1948), en una decisión personal suya como muchas de las que ha tomado en su vida, optó hace dos años por escribir sus memorias. Su trayectoria no deja duda alguna de la impronta de su actividad en la historia del turismo de Baleares, de la propia aviación española y de sus inquietudes como consultor, empresario y emprendedor. La presentación del libro tendrá lugar el próximo lunes en Palma.

¿Cómo surgió la idea del libro?
—Me he jubilado y he creído conveniente explicar mi trayectoria personal y empresarial. Al mismo tiempo he querido trasmitir mi manera de pensar y reconocer algo importante para mí, como es que soy una persona muy agradecida porque la vida ha sido amable conmigo.

¿A quién tiene que agradecer su trayectoria?
—Mis padres siempre han sido mis pilares por la impronta que dejaron en mí. Mi mujer, mis hijas y, ahora, mi nieta, son mi vida, porque sin ellas no soy nada. He mantenido una filosofía de comportamiento vital por la que siempre me he subido al tren de la vida y nunca me he quedado en el andén. Aquí, el apoyo de mi familia ha sido esencial, porque, además, soy una persona de compromiso en todo aquello en lo que me meto.

¿Cómo valora su paso por la presidencia del Fomento del Turismo?
—He sido el único no mallorquín presidente del Fomento del Turismo. Con el paso de los años tengo una sensación de orgullo y también de tristeza. La institución fue una de las mejores y marco una etapa crucial en la historia del turismo de Mallorca. Ahora, por desgracia, no ocupa ningún papel relevante. Es una pena.

¿Cómo se cataloga?
—He mantenido una relación buena con los medios de comunicación, principalmente porque soy un comunicador nato. A esto hay que sumar que mis relaciones profesionales me han permitido conocer a personas extraordinarias, entre ellas a Manuel Sánchez (TransEuropa) y a personas de compromiso que luego confiaron en mí con el paso de los años. Aquí, incluyo a Juan Manuel Gallego, con el que he vivido experiencias enriquecedoras en proyectos de aviación comercial. También tengo que citar a García Márquez, por aquello de que la vida no es la que uno vivió, sino lo que recuerda y cómo lo recuerda para contarla. Y si tengo que agradecer algo importante a una persona ésta es Javier Mato, por todo lo que ha hecho y con el que me he divertido mucho elaborando mis memorias.

¿Su vida ha sido un trasiego gracias, en primer lugar, al trabajo de su padre y, en segundo lugar, por su trayectoria profesional?
—Todo me ha marcado y perfilado mi carácter, porque lo más importante es tener apertura de miras y enfrentarse a proyectos vitales y personales. Siempre me he adaptado a los lugares en los que he vivido, porque considero importantísimo imbricarme con el entorno personal, laboral y empresarial.

¿A nivel ideológico cómo se perfila?
—Soy una persona liberal absoluta y conservador. Mi libertad acaba donde la empieza la del otro. Es una máxima que he cumplido a rajatabla durante toda mi vida. Con el paso de los años se van personas líderes, las últimas Josep Piqué y Fernando Sánchez Dragó. Personas que han confluido en algún momento en mi vida y que me han sumado en positivo.

¿Qué marcó en su vida su trayectoria en Air Berlin?
—Tras mi marcha de LTU monté una consultoría, junto a mi mujer, gracias a la cual pude entrar en contacto con Air Berlin. Air Berlín marcó un antes y un después en la historia de la aviación comercial española, europea y, especialmente, en Mallorca y en Balears. Hasta su desaparición Air Berlin había convertido a Son Sant Joan en su principal centro de operaciones en invierno. En 1985, gracias a Nemesio Suárez, logramos que AENA construyera el mejor ‘hub’ de España, ubicado en el Módulo C y que la conectividad aérea de Palma fuera un modelo para el resto de destinos vacacionales. Fue un éxito rotundo.

¿Se ha reconocido la labor de Air Berlin con Baleares?
—Air Berlin demostró que se podía volar en invierno, pero Baleares o sus políticos no han sabido reconocer lo que la aerolínea ha hecho por las Islas en todos los aspectos.

¿Cómo ve ahora a la aerolíneas ‘low cost’?
—Al principio fui crítico con ellas, pero ahora considero que son un contrapeso esencial contra las empresas estatales y oligopolios aéreos. Ahora queda ver qué sucede con la operación de IAG con Air Europa y qué impacto pueda tener en Balears. En estos momentos doy gracia a Dios de que existe Ryanair.

¿Cómo ha sido su relación con los políticos de Baleares?
—Amable, pero en algunos momentos con serios problemas. Aquí, los ataques en su día a Air Berlín fueron furibundos por el idioma. Aquí, tengo que decir que no hay mayor insulto para un alemán que le tilden de nazi. En Balears veo una falta clara de lo que queremos ser en turismo y no se pueden criticar las cosas bajo el prisma de hoy sin ponerse en situación de lo que se decidió en su día para poder hacer cualquier tipo de proyecto.