Dos camareros sirven a clientes en una cafetería del centro de Palma. | M. À. Cañellas

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El sector de la restauración fue el primero en avisar, pero las dificultades para encontrar trabajadores para la temporada se ha convertido en un problema transversal que afecta a todo el mercado laboral. El frenazo en la actividad que supuso la pandemia marcó un antes y un después traducido en la fuga de trabajadores de temporada que se buscaron la vida en otros lugares no tan dependientes del sector turístico –más afectado que el resto durante la crisis sanitaria– y con el precio de la vida más moderado, especialmente el de la vivienda. Un factor, este último, que parece haber sido clave para acabar de expulsar a los temporeros del resto de sectores.

Los empresarios se quejan de los problemas para encontrar mano de obra cualificada o de aspirantes que acepten las condiciones y la carga de trabajo estipuladas. Mientras, los sindicatos señalan que algo falla cuando falta personal y más de 40.000 personas de Baleares siguen el paro. El sector servicios, con los empleos más vinculados al turismo en el centro por su evidente peso específico, es el más afectado, pero lo sufren también el sector primario, la construcción o el sector industrial, especialmente en empresas de la Part Forana de Mallorca.

Los restauradores de RBC-Mallorca –integrada en PIMEM– dieron la voz de alarma ya a mediados de abril, por boca de su presidenta, Eugenia Cusí. «Hay trabajadores que han abandonado la Isla y la incertidumbre y la inestabilidad del sector ha sido clave en su decisión. La restauración era para mucha gente un refugio laboral y ahora, o bien han cambiado de sector o se han ido de la Isla».

Desde la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), su presidenta ejecutiva, María José Aguiló, señala que aunque la fuga de trabajadores pueda afectar a más o menos todos los sectores, el turístico es el más fácilmente afectable por su naturaleza más estacional. Para ella, «hay un problema de falta de adecuación entre la oferta formativa existente y la realidad empresarial con la que se encuentra toda esa gente que acaba de formarse». Aguiló –que subraya que el servicio, al menos en su sector, no va a verse resentido por la cortedad de las plantillas– señala que entre el personal que están buscando con más ahínco destaca el de los cocineros.

Más de lo mismo pasa con los comercios. Desde las patronales Pimeco y Afedeco indican que el hecho de que se trate de un sector no tan afectado por la estacionalidad ha rebajado el golpe, pero la merma del personal de refuerzo de verano es un hecho. «Mucha gente dejó de venir a las Islas por el virus y mientras tanto encontró otras cosas fuera», explica Toni Gayà. Su homólogo en Afedeco, Toni Fuster, coincide al señalar que «muchas familias se fueron durante la pandemia y ya no han vuelto», y que «cuesta encontrar gente con idiomas en las zonas turísticas», las cuales están siendo las más afectadas por este problema. En ese sentido, insisten en que falta formación. «Si la gente se forma podrá ser más productiva y así ganar más», señala Gayà.

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El sector del transporte también lleva semanas quejándose de falta de personal. El presidente de la Agrupación Empresarial de Servicio Discrecional de Mercancías de Baleares, Ezequiel Horrach, señala que «estamos en un momento muy complicado, no tenemos chóferes». En su caso, admite, sí va a repercutir en la calidad del servicio. Este problema coincide además con un repunte de la actividad por un crecimiento exponencial de los flujos turísticos que va a seguir incrementándose en los próximos meses hasta batir todos los récords, si se confirman las previsiones. Eso ha generado un escenario, admite Horrach, en el que «la estructura laboral que tenemos no se ajusta a la oferta turística».

Por su parte, el presidente de la Agrupación Empresarial de Alquiler de Vehículos con y sin Conductor de Baleares (Aevab), Ramón Reus, explica que en su sector ha detectado cierto rechazo hacia las ofertas de trabajo. «Muchas empresas que necesitan personas para este verano o no las encuentran o las que encuentran deciden irse al cabo de unos pocos días».

En el caso de la agricultura, el presidente de Asaja, Joan Simonet, estima que la falta de temporeros es «endémica en nuestro sector». Reconoce que se ha agravado este año en el campo, que recibe cerca de 450 temporeros más o menos fijos al año, la mayor parte de Marruecos y Colombia. «El sector es muy temporal y los salarios no son elevados, no porque el payés no quiera pagar, sino porque no tiene margen para hacerlo: hoteles, comercios o restaurantes pueden subir sus precios, nosotros no».

También viene de lejos el problema para la construcción, señala la directora general de la Asociación de Constructores, Sandra Verger. «Lo venimos arrastrando desde la crisis de 2008», afirma para explicar que los 70.000 trabajadores del sector se redujeron a la mitad en cinco años. Por otro lado, el hecho de que la pandemia no les afectara tanto como a otros sectores ha resultado ser un arma de doble filo, puesto que se hizo de la construcción «un foco palanca para mantener la actividad económica» y eso conllevó un incremento de la actividad para que el la plantilla actual no está preparada, tanto en términos de volumen, señala Verger, como de cualificación.

Desde UGT y CCOO en Balears, sus secretarios generales, Lorenzo Navarro y José Luis García, desconfían de las quejas. «Nos sorprende que haya ese problema cuando hay tanta gente en el paro y también me cuesta creer que determinados sectores no encuentren a gente cualificada», señala Navarro. García, por su parte, incide en la necesidad de «subir salarios si se quiere cualificación», además de otras medidas como la de controlar los precios de la vivienda.