Marcelo, David, Aurora, Romero y Guillermo, en Germans Escalas.  | M. À. Cañellas - miquel a. canellas

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El programa Insport es la última iniciativa que lanzó la Fundación Mallorca Integra el pasado mes de septiembre. Se trata de un proyecto deportivo dirigido a personas sin hogar que se encuentran en un proceso de inserción social. Cada martes, los técnicos quedan con los usuarios y realizan actividades físicas en el Germans Escalas. David Rivera, de 65 años, Romero Bruno, de 52 años y Guillermo Valera, de 47 años, son algunas de las 15 personas inscritas en este programa. Estos usuarios son derivados a la Fundación a través de entidades como Médicos del Mundo, Cruz Roja, Ca l’Ardiaca o Es Refugi, entre otras.

«Yo me encuentro en situación de calle desde hace unos meses. La COVID-19 me afectó y lo perdí todo. En estos dos últimos años he trabajado en lo que he podido, pero no me quejo, al menos estoy vivo», dice risueño David, que llegó a Mallorca desde Argentina hace ya 17 años. Su primer contacto con este programa vino a través de una entidad social. Confiesa que le gusta el deporte y «me pareció fantástica esta iniciativa».

Perfiles

Aurora Sampol, Cati Miralles y Marcelo Scazziotta son los fundadores de la Fundación Mallorca Integra, que nació hace tres años en Palma. Aurora y Marcelo acompañan a los usuarios a realizar deporte los martes en el campo de fútbol del Germans Escalas. Allí elaboran las actividades en función de las necesidades de estas personas, pero juegan sobre todo a fútbol. Los perfiles son muy variopintos. Sampol detalla que «tenemos gente de 19 años a sesenta y pico    que vive en la calle, ocupan una vivienda o se hospedan en una habitación compartida. Son personas que antes eran autónomas pero que, por diferentes razones personales o por esta pandemia, han acabado encontrándose en situación de ‘sinhogarismo’».

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Por ejemplo, Romero Bruno es de Nápoles (Italia) pero se mudó a Mallorca en el 2000. Formó una familia, tenía trabajo y toda la vida por delante. Estuvo trabajando hasta 2014, pero «estos en últimos años pasaron varias cosas en mi vida que me llevaron al límite». Separado y sin vivienda, ahora rehace su vida en una habitación que coordina la Asociación Tardor e intenta trabajar en lo que le surja.

Guillermo Valera hace tres años que dejó su Colombia natal. Llegó directamente en situación de vulnerabilidad y, aunque pudo trabajar en cosas varias todo este tiempo, la pandemia le cerró muchas puertas. Vive de momento en una casa que le dejan a cambio de que la cuide. «Yo era enfermero en mi país, ahora intento homologar el título pero todo es muy lento», expresa. En la Fundación lleva casi un año y ve en este programa una forma de «salir de la monotonía, de entretenerme con gente y no estar pensando tanto». No todos los usuarios acuden regularmente a esta actividad gratuita, pero Aurora Sampol reconoce la importancia de que, al menos, lo estén intentando para salir así de su día a día. «Cuando creamos este proyecto, nos dimos cuenta de que existían necesidades todavía por cubrir».