Celestí Alomar considera necesaria la reivindicación de Baleares ante las instituciones europeas. | Teresa Ayuga

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Los años y la experiencia acumulada sostienen la opinión de uno de los políticos más controvertidos del primer Pacte de Progrés que presidió Francesc Antich en 1999, el cual le encargó el departamento de Turisme. Celestí Alomar analiza la compleja situación en la que se encuentra el principal motor de la economía balear.

¿Cómo ve esta crisis ?

—Diferente a todas las anteriores. No es la típica de mercado, es de actividad. Hay gente que querría seguir viniendo a Baleares de vacaciones, pero hay un elemento –la pandemia– que lo ha trastocado todo y esto nos obliga a repensar todo el modelo vigente.

¿A qué se refiere?

—El consumo turístico está cambiando y esto es lo que nos marcará el futuro. La tendencia actual está encaminada hacia un consumo más responsable y la llegada del turismo joven este año asustó a todo el mundo. El otro elemento a tener en cuenta es el de la seguridad sanitaria y los nuevos protocolos de comportamiento que implica, aunque en este apartado entiendo que la respuesta de la industria ha sido buena.

¿Qué sucederá después de la COVID-19?

—Esta crisis también nos ha robado el corto plazo y ha puesto sobre la mesa las perspectivas para los próximos veinte o treinta años. Esto significa plantear la digitalización, rebajar la huella ecológica, ... La Unión Europea sólo ayudará iniciativas que vayan en este sentido y hay que aceptar que no todos los establecimientos se podrán adaptar a las nuevas exigencias o mantener una ocupación del 100 %; todo esto genera una oferta que no nos interesa. Hay que plantearse de una vez por todas qué salida se le da a la oferta obsoleta, que pienso que pasa por una solución público-privada. Este es el gran debate de futuro en el que las empresas hoteleras tienen una gran responsabilidad. No hay fórmulas mágicas, la clave es la colaboración de todos.

¿Otra utopía?

—Tenemos que aprovechar el material humano. Esta generación está más preparada que nunca, hay infinidad de iniciativas por apoyar y las grandes empresas tienen capital para invertir.

¿Todo esto quién lo paga? ¿La ecotasa?

—La ecotasa no tiene capacidad recaudatoria, y menos en las condiciones actuales; sólo ayudaría. Donde no nos hemos reivindicado nunca es ante Europa, Baleares también contribuyó al milagro económico tras la II Guerra Mundial, un papel que nunca se nos ha reconocido. La Unión Europa nos tiene que ayudar a salir del monocultivo turístico, como lo hizo en otras regiones españolas que acometieron una re conversión industrial. Sin ayuda exterior será muy difícil salir de la situación actual en las Islas. Una parte del sector ha generado sus propios operadores para cubrir la demanda del turismo de excesos y esto es algo que debemos sacar del mercado..

Parece una propuesta arriesgada ...

—Ya hemos visto muchas crisis. Esta es diferente y la tenemos que afrontar. Debemos modernizar la oferta y eliminar plazas.

¿Y la oferta complementaria? Es muy importante.

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—Se tiene que redimensionar y adaptar a una nueva clientela.

¿Conoce alguna experiencia similar a la que plantea?

—No, quizá Las Vegas; pero no nos sirve. Era un destino en declive e inventó el hotel temático. Esta fórmula no es válida para nosotros, lo importante es encontrar el nicho de mercado donde situarse; hay muchas oportunidades fuera de los grandes operadores y con productos de alto valor añadido.

Los hay que reniegan del turismo ...

—De verdad, no veo ningún escenario en el que el turismo desaparezca como la principal actividad económica de Baleares. Pero insisto, debemos decrecer en la oferta. Se trata de crear un proyecto común sin despreciar a los hoteleros y a los ecologistas. Tenemos experiencia, formación y capital.

¿Como valora la actitud de los hoteleros en esta temporada?

—Las empresas se mueven por la cuenta de explotación. Dicho esto, creo que en el futuro se les tendrá que recordar el papel de los ERTE que pagamos entre todos, aunque también los hay que han abierto los establecimientos por responsabilidad social; ante ellos me quito el sombrero, porque algunos seguro que perderán dinero con esta actitud.

¿Hubiera ido a aplaudir la llegada de turistas como hizo la presidenta Armengol?

—No me gusta juzgar a la gente. Se dio una lección de profesionalidad, pero los grandes operadores no deben ser los protagonistas.

¿Qué se ha hecho mal para llegar a la situación actual?

—Es difícil responder, las causas son muy diversas. El contagio masivo es comunitario y de gente joven, quizá deberíamos haber sido más rigurosos. Lo que no es aceptable son las fiestas multitudinarias, han hecho mucho daño.

Ser conseller de Turismo ahora ... Vaya papeleta.

—Los retos son los que más me ilusiona, es lo que me motiva. El trabajo cotidiano no tiene ningún aliciente.

¿Qué recuerda de la polémica que generó su propuesta de la ecotasa? No se materializó hasta una década después y siempre con la oposición del sector turístico ...

—Para mí lo más importante es que generó un gran debate social, como años más tarde ocurrió con el TIL de Bauzá en el mundo educativo. Por supuesto que no me arrepiento de haberla planteado, aunque no oculto que me hubiera gustado que acabase de otro modo. En todo caso, creo que fue una propuesta positiva.