Este nuevo enfoque no se ha traducido hasta la fecha en ningún cambio en relación con Baleares y Canarias.

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El Gobierno británico ha decidido empezar a analizar por separado la situación epidemiológica de las islas a la hora de adoptar restricciones o recomendaciones de viaje para los distintos países, según ha informado el Departamento de Transportes de Reino Unido.

Este nuevo enfoque va en una dirección en la que el Gobierno español lleva tiempo trabajando con sus socios europeos y con las instituciones de la UE: que las recomendaciones de viaje o las medidas restrictivas --como cuarentenas o cierre de fronteras-- no se impongan en virtud de los datos globales de un país, sino que se tengan en cuentas cifras más territorializadas.

El Gobierno británico examina ahora la situación de todas aquellas islas que son destino turístico para los británicos, pero el nuevo enfoque no se ha traducido hasta la fecha en ningún cambio en relación con Baleares y Canarias.

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Así, se mantiene la obligación de que quienes visiten los archipiélagos españoles guarden cuarentena dos semanas a su regreso a Reino Unido, igual que quienes procedan de cualquier punto del territorio español. Las recomendaciones británicas se revisan con periodicidad semanal.

El primer efecto de la nueva política ha sido, en realidad, restrictivo para otro destino turístico para los británicos: Grecia. A partir del 9 de septiembre, deberán guardar una cuarentena de dos semanas quienes entren en Reino Unido desde las islas griegas de Creta, Lesbos, Mykonos, Santorini, Serifos, Tinos y Zakynthos --mientras desde el resto de Grecia no se adopta ninguna restricción--.

El secretario de Transportes, Grant Shapps, ha dejado claro que su intención es hacer compatible la protección de la salud con el impulso a la industria turística británica.
La semana pasada, el Gobierno español informó de que estaba trabajando con las instituciones europeas para tratar de coordinar las restricciones de movilidad en la UE, a partir de recomendaciones de la Comisión Europea, recomendaciones basadas en datos de contagios desagregados en el nivel regional, datos de hospitalizaciones, de ingresos en la UCI, de fallecimientos y de tests.

Bruselas propuso criterios comunes para elaborar un mapa epidemiológico único de la UE, basándose en el número de contagios, de porcentaje de test positivos y del número de pruebas realizadas, que clasifica las regiones europeas en un código de colores que vaya desde el verde al rojo, pasando por el naranja.