Personal de las residencias para mayores del Consell animando a la gente a quedarse en casa.

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El pasado jueves, poco antes del mediodía, una ambulancia trajo a una mujer a la residencia para personas mayores de Oms/Sant Miquel. Venía de una clínica privada que, desde que se decretó el estado de alarma, está a disposición del servicio público de Salud. Le habían dado de alta tras reponerse del coronavirus y el personal de la residencia, salió a aplaudirle a la calle.

Margalida Roser, trabajadora social de Oms/Sant Miquel –una de las cuatro que dependen del Consell de Mallorca– no ha olvidado ese momento ni otros similares. Poco después, otra mujer recibió el alta y se produjo una escena similar.

Roser es una de las más de 2.000 personas que forman parte de la plantilla habitual del Institut Mallorquí d’Afers Socials (IMAS) y del grupo a quien a su presidente, Javier de Juan, le gusta definir como «trabajadores de la primera línea».

Roser asegura que de «de esta crisis, estamos sacando lo mejor y peor de cada uno» y que están aprendiendo mucho a un ritmo acelerado. Precisa que la coordinación con otras administraciones está ayudando. Y también a que, por lo que se refiere a las residencias, se tomaron pronto medidas preventivas y se hizo un trabajo previo a las restricciones obligatorias que vinieron después, entre ellas la limitación de visitas.

‘Ambulancias sociales’

El IMAS gestiona las residencias pero también es el encargado, junto a los ayuntamientos, de atender a las personas con más vulnerabilidad.

Jonhny Darder es auxiliar de inclusión, con 32 años de experiencia en los servicios sociales, según precisa. Es el coordinador del centro de Ca l’Ardiaca y también participó en la ampliación de Sant Ferran.

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Las unidades móviles de emergencia, «que son como ambulancias sociales» actúan en colaboración con la Cruz Roja para atender a personas en viven sin hogar. Es cierto que, habitualmente, hay quienes no quieren dejar la calle. Ahora, desde el inicio del confinamiento, no se pueden quedar fuera. Ong y organizaciones del tercer sector aportan alimentos y material para el IMAS.

Desde que se aprobó el estado de alarma, el IMAS ha contratado a 212 personas. 87 cubren bajas y el resto se han incorporado por primera vez. El pleno del Consell aprobará la semana próxima una modificación del Presupuesto para dedicar al IMAS 4,47 millones más. La asignación para este año era de 214.

Trabajadores y trabajadoras sociales constituyen el grueso de la plantilla que, además, se encargan de las visitas domiciliarias. En esta labor, las red del llamado tercer sector juega un papel fundamental. El Consell tiene convenios por valor de 50 millones. El Servicio de Atención Domiciliaria (SAD) actúa directamente en la Part Forana. Son 130 personas que visitan las casas. La financiación de la dependencia es una de las asignaturas pendientes.

Teléfono de emergencia

Aprovechando la crisis del COVID-19, el Consell de Mallorca ha habilitado un nuevo teléfono de emergencia social: el 900 100 444. Es cierto que ya existía un teléfono antes pero, según el presidente del IMAS, se ha cambiado totalmente el concepto y el modo en que se atiende En su opinión, cuando pase la crisis, es algo que se mantendrá.

«Antes, el teléfono era una suerte centralita que luego te derivaba a otros departamentos. Ahora hay 15 profesionales que atienden directamente, cada uno especialista en su materia. Eso lo tenemos que mantener cuando todo esto pase», precisa De Juan que insiste en que eso será una prueba de fuego para el modelo de servicios sociales.

Los menores bajo tutela no son un grupo de riesgo ante el coronavirus desde el punto de vista sanitario aunque sí requieren un tratamiento especial. También dependen del Consell de Mallorca que es la institución que gestiona en la Isla las competencias.

Antes que la lupa informativa se volviera sobre el coonavirus, ésta estaba en lo que ocurría en los centros de menores del Consell, obligadas a prostituirse cuando salían. Es un asunto abierto. Hay unos 360 menores tutelados por el Consell. Se han reforzado las plantillas de educadores. Ahora el confinamiento también afecta a los menores. Y al resto de personas.