Juan Manuel Colomar, en la parada de Jacint Verdaguer. | Pilar Pellicer

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Juan Manuel Colomar tiene que ir al hospital Son Espases tres veces por semana para hacerse diálisis. Sin embargo, «nueve de cada diez veces tengo problemas con el funcionamiento de la rampa del autobús 29 de la EMT», se queja. «Salgo una hora y media antes de casa para irme a una parada más lejana y estar dispuesto a perder algún bús», explica. Colomar insta al Ajuntament de Palma a adaptar mejor las líneas que van a Son Espases o Son Llàtzer. «La gente que va al hospital no tiene otro remedio, no se va por gusto», lamenta.

Vive en el barrio de Son Oliva y recorre unos 800 metros con su silla de ruedas para alcanzar una parada que sea lo más infalible posible aún teniendo una delante de su casa «pero no tiene plataforma». Juan Manuel Colomar explica que ya no se fía. «Si pierdo un autobús para ir a otro lado no pasa nada pero si no voy a diálisis me muero».

Acude al centro tres días a la semana. A las 15,30 tiene que estar en Son Espases y el periplo empieza una hora y media antes por si surgen dificultades con el transporte público. La parada de Jacint Verdaguer es la que mejor funciona porque en la de enfrente del colegio la plataforma se engancha constantemente. «El otro día el chófer se disculpó y ya perdí su servicio por tener que cambiar de parada».

Si la ida ya supone un problema, a la vuelta sobre las nueve de la noche tampoco se salva. «A veces me han cogido a peso porque la rampa no encaja con la plataforma, o sale y ya no vuelve a entrar». Según el afectado, los conductores reconocen que no van bien y la situación se repite en otras paradas.

Colomar va a diálisis desde el pasado mes de mayo, además de los requerimientos para hacerse pruebas complementarias o revisiones. Actualmente se encuentra en lista de espera para recibir un nuevo trasplante de riñón.

Al principio probó las ambulancia programadas pero renunció porque el primer día tardó once horas en hacer el proceso cuando «estoy a 15 minutos del hospital».