Los actos de este sábado se inscriben en el tricentenario de la caída de Palma.

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Este sábado a las 11.00, en Sa Feixina, se conmemora una acción heroica, el 16 de marzo de 1715. Fue obra la Companyia de Dones de Palma, unas 400, que formaron con bandera y tambor y procedieron a derribar las casas que hasta entonces se encontraban en Sa Feixina, que era donde comenzaba la barriada de Santa Catalina, para facilitar la defensa de la ciudad. Era casi el final de la Guerra de Sucesión.

La Mallorca de 1715, último reducto de la antigua Corona de Aragón que no había caído en manos borbónicas, tenía la voluntad común de resistir a toda costa. La brava e indomable Barcelona, tras casi un año de resistencia contra toda esperanza, se había rendido el 11 de septiembre de 1714. Mallorca le envió artilleros, pólvora y harina durante meses. En marzo de 1715 se esperaba en Palma el desembarco de las tropas franco-castellanas de Felipe V. La Isla estaba en zafarrancho de combate en defensa de sus derechos históricos, de su lengua y de su cultura, fieles a la causa austracista, basada en la descentralización y el respeto, que no impuso ni centralismo ni uniformismo. Se temía el espolio fiscal.

De la defensa se hizo cargo el señor de Rubí, que ordenó derribar las casas de Sa Feixina y de la parte exterior de la porta de Sant Antoni. Mientras las milicias gremiales fortificaban la ciudad, unas 400 mujeres organizadas en batallón junto a 600 hombres llegados de la Part Forana procedieron al derribo de las casas que podían facilitar el ataque borbónico de las tropas de d’Aspheld, el carnicero de Xàtiva. Hicieron el trabajo en un solo día.

El Cronicón Mayoricense y los documentos de la época no puntualizan si esta Companyia de Dones entró en combate meses más tarde en la batalla que se libró en el Vivero. Palma cayó en julio. El ejemplo del 16 de marzo no ha sido olvidado.