Montserrat Casas. | Teresa Ayuga

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La rectora de la Universitat de les Illes Balears, Montserrat Casas, (Girona, 1955) tiene todas sus expectativas puestas en que el curso académico que ayer arrancó transcurra dentro de los parámetros de la normalidad, aunque es consciente de lo difícil que resultará.

—El curso 2012-2013 va a ser uno de los más duros desde el punto de vista económico, con una enorme deuda de 29 millones del Govern, recortes de personal y con el reto de poner en marcha el cuarto curso de los estudios de grados.
—Es cierto que es un curso complicado. Hay menos personal y las tasas han subido, aunque en el caso de la UIB haya sido la subida mínima que marcaba la ley (un 9 % en grados y un 12 % en masters). En estos momentos ninguna universidad puede decir aún cómo influirá esa subida en el número de alumnos, sería osado, pero en nuestro caso hay que recordar que todos los estudios tienen numerus clausus, por lo que el número de alumnos no puede crecer más allá de estas plazas limitadas de cada titulación. Por eso lo que más me preocupa es cómo afectará esa subida de tasas a la equidad, a la posibilidad de acceso a la universidad para todo el mundo con independencia de su condición económica. Esa era una de las virtudes de la universidad española en democracia y no se debería perder.

—¿Qué Universitat se han encontrado los estudiantes, qué van a echar en falta?
—Toda la comunidad universitaria ha hecho un sobre esfuerzo para que el alumno note lo menos posible los recortes y para poder dar cobertura a todos los estudiantes que se han podido admitir. Pero hay cosas que no podemos hacer porque presupuestariamente no es sostenible, como abrir bibliotecas en épocas determinadas, aunque haya habido quejas. Hay un dato que no se puede obviar, con el anterior sistema, de los cerca de 15.000 alumnos de la UIB unos 8.000 eran de diplomaturas, eso quiere decir que este curso hay 8.000 alumnos que están un año más en la Universitat y eso supone un gran sobre esfuerzo que desgraciadamente no se ha podido apoyar en mayores infraestructuras ni en un incremento de profesorado o de PAS.

—¿A cuántos trabajadores de la UIB han afectado los recortes este curso?
—Concretamente hemos recortado 31 interinos de administración y servicios, 35 profesores asociados a los que no se ha renovado el contrato y unos 135 profesores asociados a los que se les ha reducido el contrato. Todo junto, aproximadamente, supone que se ha reducido el personal docente al equivalente de 80 profesores asociados que estuvieran impartiendo 4 horas a la semana, y si se traduce a tiempo completo serían unos 46 profesores menos.

—Esas cifras no pueden pasar desapercibidas...
—Para compensar estas bajas lo que se ha hecho es ajustar al máximo el decreto de actividad docente, con lo que el resto de profesores trabajan más horas, exactamente igual que el PAS. Son esfuerzos que se pueden exigir durante un tiempo, en una situación de crisis concreta, pero no más. En teoría se prestarán los mismos servicios, pero vamos a decirlo claro, si antes había dos personas atendido al público y ahora hay una habrá más cola, para entendernos. Y con el personal docente pasará lo mismo.

—¿Entiende las protestas, como las que hubo en la inauguración oficial del curso? ¿Le preocupa la deriva en que se pueda entrar este curso?
—Entiendo las discrepancias, pero no entiendo muy bien las protestas e insultos en el marco del acto académico de inauguración del curso. Por eso yo intentaría trabajar juntos para ver qué salida le podemos encontrar a esta situación desde dentro de la propia Universitat. Y me preocupan diferentes cosas, como el que ahora se hayan paralizado las jubilaciones anticipadas que permitía la LOU, impidiendo el relevo generacional en profesorado que teníamos previsto. En estos momentos de crisis el principal problema de las universidades es poder tener una financiación pública estable y suficiente y un margen de autonomía que permita, por ejemplo, acudir a financiación privada cuando sea posible. Creo que este es el principal problema y en cambio se están poniendo en marcha muchas iniciativas que sacuden la esencia del sistema universitario público y eso preocupa.

—El conseller Bosch evitó pronunciarse sobre el presupuesto de 2013 el día del acto de inauguración, pero al día siguiente dio a entender que bajará, pero que se podrá compensar con las tasas. ¿Qué le parecen estas declaraciones?
—El discurso del conseller en el acto académico fue correcto, desde el punto de vista de iniciativas futuras. Personalmente no tengo ninguna idea de cómo será el presupuesto del año que viene y no sé si el conseller la tiene, lo ignoro, pero resulta muy difícil pensar que las tasas universitarias podrán compensar la necesaria subida de presupuesto para afrontar el futuro con garantías de calidad.

—Las relaciones de la UIB y la Conselleria no atraviesan su mejor momento, ¿le preocupa que desde el Govern se exijan nuevos recortes?
—Creo que tenemos unas relaciones que yo procuro que sean correctas y de lealtad institucional y entiendo la situación de tesorería de la Comunitat, y que no puede hacer frente a la deuda que mantiene con la UIB, pero es que eso se ve agravado por el hecho de que las universidades hasta ahora no hayan podido entrar como instituciones en los créditos ICO, si nos hubiesen dejado entrar podríamos estar pagando antes a nuestros proveedores. Y en nuestro caso es un poco más grave aún, porque el Govern también nos excluyó como proveedores suyos. Todo eso nos dejó en una situación muy difícil, porque aunque el Govern está pagando puntualmente la transferencia nominativa, y las nóminas se pueden pagar, eso no incluye que el campus para ponerse en funcionamiento precisa cada mes del orden de un millón de euros, en luz, agua, material, seguridad, limpieza, mantenimiento, sedes universitarias, etc.

—Insisto, el director general de Universitats considera que la UIB aún puede hacer más esfuerzos, como recortar su organigrama de vicerrectorados.
—El organigrama de la UIB no es mayor que el de otras universidades de mayor tamaño, como se dijo, es una falacia, porque en otras universidades hay menos vicerrectores, pero cada uno de ellos tiene una subinfraestructura importante; en cambio aquí los vicerrector no la tienen, salvo la del personal de administración y servicios. Todos los cargos de la UIB cuestan al año medio millón de euros. No quiere decir que no se pueda pensar en una pequeña reforma, pero es que tengo la sensación de que desde la perspectiva de algunas personas los cargos académicos se deben tener de forma gratuita. Y lo que está pasando es que personas muy válidas que sí habrían aceptado un cargo, que tienen un complemento de sueldo que suele ser bastante miserable -pensemos que un rector cobra como tal unos 14.000 euros brutos al año, por tanto el resto cobra bastante menos-, lo están rechazado.

—¿Habrá alguna novedad en materia de infraestructuras?
—La del Programa Innocampus, aprobado por el Govern, que contempla 4,8 millones para el nuevo edificio del centro de estudios de posgrado y donde estará la Escuela de Doctorado. Los trabajos deben empezar pronto porque de lo contrario se debería devolver el dinero al Ministerio y eso sería un desastre.