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La Processó de la Verge Dolorosa se celebró ayer bajo un cielo nublado, como suele ser ocurrir cada año, pero con todo el esplendor y la devoción que merecen los 102 años de la anfitriona: la Real Cofradía de la Virgen Dolorosa, la segunda más antigua de Palma después de la Cofradía de la Cruz de Calatrava.

La procesión partió poco antes de las nueve, tras la tradicional misa celebrada en la iglesia de Sant Nicolau y recorrió el mismo itinerario de cada año hasta la iglesia de La Sang, donde se cantó una salve a la Virgen como colofón del desfile religioso.

Este año, como novedad, se estrenó una pequeña banda de tambores y timbales integrada por cofrades y además la imagen de la Virgen y los miembros de la junta directiva de la Cofradía lucieron un crespón negro en memoria de las tres personas de la familia Ferrer -propietaria de la imagen- que fallecieron recientemente en el plazo de una semana.

Alrededor de mil penitentes participaron en la que es la única procesión del Martes Santo y a la que estaban invitadas todas las cofradías de Palma (33).

La imagen de la Virgen, obra del escultor mallorquín Guillem Galmés, había sido trasladada el Miércoles de Ceniza a Sant Nicolau y allí había sido expuesta durante toda la Cuaresma a la veneración de los fieles en el altar mayor de la parroquia hasta ayer mismo, en que llegó el momento de ser trasladada en procesión hasta La Sang, «porque esta imagen se creó en 1890 precisamente para acompañar al Sant Crist de la Sang», explicó el presidente de la Junta Directiva de la Cofradía, Gaspar Buades.