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El presidente del Govern, Francesc Antich, inauguró ayer de forma oficial la residencia para adultos con discapacidad intelectual de Son Llebre, abierta en junio del año pasado y en la que actualmente residen 41 personas, y el Centre Integrat de Formació Professional de Serveis Socials de Son Llebre, que empezó a funcionar el pasado mes de septiembre gracias a un convenio de colaboración entre las consellerias de Afers Socials, Treball y Educació.

El presidente recorrió las instalaciones de los dos servicios, ubicados en Marratxí, junto a la consellera d'Afers Socials, Fina Santiago; la consellera de Turisme i Treball, Joana Barceló, y el conseller d'Educació i Cultura, Bartomeu Llinàs. También acudieron al acto el delegado del Govern, Ramon Socias, y el presidente del PP en Balears, José Ramón Bauzá, en calidad de alcalde de Marratxí.

Son Llebre acoge dos servicios diferenciados, pero relacionados: la residencia y el centro de formación profesional de servicios sociosanitarios, por el que el Govern calcula que pasarán anualmente 3.000 alumnos (tanto trabajadores en activo y futuros profesionales) que se formarán en el sector de la atención a la dependencia. Y algunos de esos alumnos del centro tendrán la posibilidad de hacer prácticas en la residencia del mismo recinto.

Demanda

Este centro integral -uno de los tres que existen en las Islas- permite dar salida a una demanda de formación sociosanitario que tenía la Conselleria d´Educació, y dar así respuesta a las necesidades formativas inmediatas y emergentes del mercado laboral.

La consellera de Afers Socials, Fina Santiago, recordó que la residencia fue construida en la pasada legislatura por el Govern de Jaume Matas, en una zona no urbanizable «por lo que cuando llegamos lo primero que tuvimos que hacer fue instalar el sistema de alcantarillado, suministro de electricidad y de agua, entre otros servicios», lo que supuso una inversión de 300.000 euros. El anterior Govern, que nunca llegó a inaugurarlo, tenía previsto destinar el edificio a centro de investigación de alzhéimer y a una residencia para enfermos de este mal, pero los actuales responsables optaron por rescatar la gestión -concedida a una UTE- y destinar las instalaciones a personas con discapacidad intelectual y no sólo a enfermos de alzhéimer. También se penó que era un lugar idóneo para crear el primer centro integral de formación sociosanitaria, donde, además, hacer cursos de formación permanente para los profesionales de este sector.