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Muchas son las expediciones y aventuras que a lo largo del año montan grupos de mallorquines o personas residentes en la Isla. La ruta de Alexander Von Humboldt ha sido, en esta ocasión, realizada por 12 personas de Mallorca y dirigida por Andy Leeman, propietario de Yacht Center Palma, e Ivor Heyer, empresario al cual le compran las lanchas neúmáticas en Venezuela y que posteriomente traen a Mallorca. Ambos prepararon durante más de ocho meses el trayecto que les llevaría el pasado mes de septiembre desde Venezuela a Brasil a través de la selva amazónica. Una aventura de 3.000 kilómetros en plena naturaleza para cubrir una ruta llena de historia, equipados con dos lanchas hinchables y tres canoas como soporte logístico. Consumireron unos 10 mil litros de combustible y 250 litros de aceite. Durante quince días y 14 noches, la expedición de Mallorca tuvo que enfrentarse a numerosas picaduras de mosquitos, calor y mucha humedad; comieron caimanes, papagayos y serpientes e incluso se bañaron entre pirañas y otros desconocidos animales de la madre naturaleza. Nuestros protagonistas siguieron paso a paso la ruta del conocido naturalista Alexander Von Humboldt, que regresó a su casa en 1804, tras cinco años en su histórica expedición a las Américas. Uno de sus más importantes y famosos descubrimientos fue el río Casiquiare, que conecta los grandes ríos de Sudamérica: el Amazonas y el Orinoco. Humbolt inspiró con su viaje a un gran número de naturalistas, artistas y aventureros como Charles Darwin. 200 años después, la civilización apenas ha influido en este mundo selvático. Los indígenas del Amazonas siguen cazando con sus armas ancestrales, como son las flechas o las cerbatanas. Navegan en las canoas tradicionales, con las que recorren el río y pescan siluros gigantescos. La expedición que dirigieron Andy Leemann e Ivor Heyer se introdujo con sus lanchas donde otras embarcaciones no pueden seguir y descubrió un paisaje idílico.

Durante esos días visitaron tribus indígenas que habitan en las orillas del río. Los yanomani se muestran sociables pero manteniendo las distancias. Escalaron la roca Cocuy, de 472 metros, tal como lo hizo Humboldt, y desde ella contemplaron el inmenso verdor de la selva amazónica. El primer imprevisto del viaje no tardó en sorprender a nuestros protagonistas, pues el primer día rompieron uno de los potentes motores, que tuvieron que reemplazar por otro llegado en unas horas con avioneta. Uno de los componentes del equipo sufrió una importante herida que se saldó con ocho puntos de sutura sin ningún tipo de anestesia y poco material médico. Tuvieron un guía, Karl Wallner, un alemán de 72 años de edad.
Karl conoce la zona amazónica como la palma de su mano y, algo más importante, tiene buena relación y respeto con los caciques, gente algo hostil. Sin duda un viaje lleno de anécdotas y emociones que nos ilustran las imágenes de Karl-Heinz Eiferle.

Julián Aguirre