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Increíble, pero cierto. Tienen en su poder la cédula de habitabilidad y, sin embargo, la grúa sigue ahí. En todo el patio. Y ya me dirán. Por una parte, que es peligrosa, porque si se cae... Por otra, ruidosa, pues cuando sopla el viento la aguja va y viene. Por otra, antiestética, porque ya me dirán lo que es vivir con ese mamotreto ahí... La grúa en cuestión está en el patio de un bloque de viviendas sito en la calle Murta esquina con Cirerers, y desde la calle se ve asomar por encima de los tejados.

«Es que como no la quiten de ahí "nos dice la vecina que nos ha llamado", nos vamos a subir a ella en plan de protesta y en Navidad la vamos a engalanar y la vamos a convertir en árbol de Navidad». Y es que por lo visto la grúa lleva ahí tiempo, todo porque el promotor de la obra no le quiere pagar al propietario de la grúa lo que éste le pide por desmontarla y éste, claro, no la desmonta mientras no le abonen la minuta.

Mientras tanto, va el Ajuntament y les da la cédula de habitabilidad. Aparte de eso, que no es poco, el constructor ha dejado la obra a medias: las balaustradas son una chapuza, además de antiestéticas; las cajas de cables (electricidad, teléfono, etc.) las han tapado con una tabla de madera; los ladrillos se levantan; en el patio se pueden ver herramientas la de obra abandonadas. «Y nosotros "comenta otra vecina" hemos pagado hasta el último céntimo. Lo hemos pagado todo. ¿Y ahora, qué...?»

Hemos subido a un piso "un dúplex" y a poco que miras hacia el patio ves la grúa; a nada que abres la ventana del dormitorio, te la encuentras; y a poco que subes la vista hacia el cielo, ahí está. «Hay momentos en que el viento la mueve y se queda encima de la terraza el contrapeso. ¿Se imagina usted si eso se cae? ¡Es que nos mata!». Y tanto. Y por lo que sea, como la grúa se caiga, aparte de que levantaría todo cuento esté a su alrededor, chafaría lo que le quedaría debajo. Y lo uno y lo otro son viviendas.