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«La cultura mediterránea es especialmente discriminadora y violenta con las mujeres», declaró ayer Elena Larrauri, profesora de Derecho Penal y Criminología de la Universitat Autònoma de Barcelona, una de las profesionales que abrió la V Universitat d'Estiu d'Estudis de Gènere, inaugurada por la consellera de Benestar Social, Fernanda Caro. Larrauri desarrolló el taller de «Penas públicas y violencia doméstica», un hecho «que no se debe a personas enfermas, sino que es un comportamiento propio del hombre que intenta mantener su posición de privilegio dentro de la familia en un momento de avance arrollador de la mujer». «La igualdad de los sexos está en proceso, las relaciones entre hombres y mujeres se están reestructurando, y la violencia que se genera en momentos de cambio no es casual», dijo.

Por eso, aunque es evidente que las situaciones de degradación y pobreza favorece la violencia, la profesora resaltó que «no forzosamente se da la correlación entre menor avance tecnológico y mayor discriminación de la mujer». De hecho, afirmó, «la sociedad humana que conocemos con mejor estatus de género era la de los cazadores-recolectores, con una igualdad bastante significativa». Por contra, señaló que las sociedades en las que hay más discriminación de género suelen ser las más jerarquizadas «y nosotros vivimos en sociedades muy jerárquicas y, por tanto, con unos niveles de violencia muy altos, que se da en todos los estratos sociales».

Dolores Juliano, profesora de Antropología de la Universitat de Barcelona impartió un segundo taller dedicado a «Las mujeres inmigrantes», una temática que guarda mucha relación con un curso sobre género y derechos humanos «porque la relación del mundo rico con buena parte de la humanidad, la que vive en el tercer mundo, se define por el trato que le damos a los inmigrantes y éste, que ya de por sí es malo, es particularmente negativo en el caso de las mujeres porque éstas heredan las discriminaciones que padecen las mujeres nativas». «Si la inmigración se legitima por el trabajo, el hecho de que las mujeres inmigrantes se ocupen en ámbitos considerados femeninos, en muchos casos sin contrato, hace que la posibilidad de legalizar su situación sea menor».

Por otra parte, «la posibilidad de reagrupamiento familiar, de la que a veces depende la residencia, pone a las mujeres en una situación muy frágil porque debe mantener a toda costa el vínculo familiar aún en situaciones, por ejemplo, de malos tratos». El título genérico de esta quinta edición de la Universitat es «Feminismo y derechos humanos», «porque el movimiento feminista sigue teniendo hoy todo su sentido», por cuanto la situación de las mujeres es todavía de desigualdad, y «el haber empezado a sacar la discriminación de las leyes no significa haberla sacado de las sociedades».