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La figura del «Rei en Jaume» pertenece al ámbito de nuestra historia. Así lo sintió el fotógrafo de Cardona que un 31 de diciembre quiso conmemorar el aniversario de la reconquista de la isla por los catalanes ampurdaneses mandados por Jaume I el Conqueridor. Para ello escaló hasta lo alto de un edificio de la Plaça d'Espanya, haciendo gala de su intrepidez. Había sentido un vahído de amor hacia la estatua ecuestre y la homenajeó con el paso más excelso del sentimiento vulgar al éxtasis de lo eterno. Para ello utilizó su cámara Linoff 13x18 Supertécnica y esperó, en el gélido lugar en el que se encontraba, que las caprichosas nubes se dispersaran y la luna se hiciese visible. No es que la Plaça d'Espanya sea un rincón de paz. allí los niños juegan y los puestos de churros crujen. La noche es diferente. La plaza respira una recia y auténtica atmósfera dogmática. El silencio del bronce, inmóvil y lejano, causa un efecto sedante, como de detención del tiempo. La materia escapó al tiempo y a la circunstancia "aunque no al olvido" y se mineralizó en la obra de arte. En aquellos momentos, el bronce del monumento no había sufrido la corrosión provocada por las heces de las palomas, a las que tanto nos da por alimentar como por freír a tiros. Planas Montanyà utilizó la claridad de la noche para transformar la fotografía en hermosa postal navideña. El fabricante de las cámaras Linoff quedó embelesado ante su trabajo y utilizó esta imagen y otras para publicitar la marca. Orgulloso, Jaume I alzó su brazo hacia la luna, su último destino, rumbo al satélite blanco.