Una mujer iraní pasa junto a los carteles de la campaña para las elecciones parlamentarias en Teherán. | Reuters - Majid Asgaripour

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Muchas mujeres iraníes no votarán en las próximas elecciones parlamentarias del 1 de marzo para mostrar su rechazo a la represión estatal de las protestas feministas desatadas por la muerte de Mahsa Amini en 2022 y para no «legitimar» a la República Islámica de Irán. Más de 61 millones de iraníes están llamados a las urnas el viernes para elegir a los 290 diputados del Parlamento, ahora dominado por los conservadores, y a los 88 miembros de la Asamblea de Expertos, órgano encargado de elegir al líder supremo de la República Islámica en caso de vacante.

Los comicios llegan marcados por la indiferencia del electorado debido a la mala situación económica, la descalificación de candidatos reformistas y al desapego político, que se acentuó por las protestas desatadas por la muerte de Amini tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico el 16 de septiembre de 2022. Unas protestas y una represión que muchos no olvidan en el país persa. «Votar en las elecciones de la República Islámica me convertiría en cómplice de sus crímenes», dice a EFE Maryam, vecina de Teherán.

Esta mujer de 32 años pidió el fin de la República Islámica al grito de «mujer, vida, libertad» junto con miles de jóvenes en las calles del país durante meses, en unas protestas de marcado tono feminista que desaparecieron tras una represión que causó 500 muertos y en las que fueron ejecutados ocho manifestantes, uno de ellos en público. «No puedo hacer la vista gorda a lo que sucedió hace dos años en las protestas», asegura Maryam, quien afirma que su hermano fue «brutalmente golpeado» por la policía en las manifestaciones. Un sentimiento que comparte Niki, secretaria de 34 años de Teherán, quien también se manifestó en 2022 y 2023.

«No tienes derecho ni de protestar de manera pacífica y cuando sales a protestar no sabes si volverás a casa o no», apunta. «Al no votar podemos demostrar que una mayoría no apoya a este sistema», asegura. Para la abogada Leila «no hay diferencia» entre los 15.200 candidatos que compiten por uno de los 290 escaños del Parlamento iraní, por lo que no votará «para no legitimar» a la República Islámica, que da mucha importancia a la participación al considerar que le da legitimidad.

«No creo que sea razonable votar y participar en el juego del régimen, al que lo único que le interesa es una buena participación que le dé legitimidad», explica la letrada. Para ella, la represión de las protestas del 2022 «convenció »a los que todavía tenían dudas acerca de votar o no. Previsión de baja participación Las previsiones apuntan a una baja participación en los comicios, entre llamadas a la abstención de figuras públicas como la encarcelada premio Nobel de la Paz Narges Mohammadi, que considera el boicot como «una obligación moral para los iraníes que aman la libertad y buscan la justicia».

Una reciente encuesta realizada por un centro gubernamental mostró que el 30 % de los iraníes participarían en las elecciones, por debajo del 42 % de los comicios parlamentarios de 2020, la más baja en la historia de la República Islámica de Irán. Entre los motivos que alegan para no votar aparece la descalificación de candidatos reformistas, entre ellos el expresidente Rohaní, aspirante a la Asamblea de Expertos.

Este organismo se elige cada ocho años y el resultante de estas elecciones podría tener gran importancia en el futuro de la República Islámica, dada la elevada edad del líder supremo de Irán, Ali Jameneí, de 84 años. El líder ha apelado al voto para fortalecer al país frente a los enemigos, mientras que el comandante de la Guardia Revolucionaria, el general Hosein Salamí, afirmó que votar es «dar un puñetazo en la boca» a los rivales. Unos llamamientos en vano para la universitaria Arezu, quien asegura a EFE que no votará mientras gobiernen el país los religiosos. «La próxima vez que vote será cuando se realice un referéndum que permita decidir sobre el futuro del sistema político», dice Arezu.