Julian Assange, fundador de Wikileaks. | Reuters

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Wikileaks ha vuelto a sacudir a la comunidad internacional con una nueva y masiva filtración de más de un cuarto de millón de documentos de la diplomacia estadounidense que describen en términos francos a los principales líderes internacionales y revelan graves irregularidades cometidas por el Departamento de Estado norteamericano, que habría ordenado espiar a los principales responsables de Naciones Unidas, entre otras informaciones.


La organización dirigida por Julian Assange garantizó ayer la divulgación de los documentos, pese a haber sufrido un ataque cibernético que dejó su web inutilizada durante horas.


Los documentos revelan una serie de «directivas humanas de inteligencia», ordenadas por Clinton o por su predecesora, Condoleezza Rice, por las que se ordena a los diplomáticos que obtengan información de «instalaciones militares, vehículos empleados por líderes políticos e incluso muestras de ADN y huellas dactilares».
Una de estas directivas tiene como objetivo «a la cúpula de Naciones Unidas». Los diplomáticos estadounidenses debían obtener especificaciones técnicas de los sistemas de telecomunicaciones empleados por los principales responsables de la ONU, así como sus redes privadas.


Estos documentos equiparan al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, con el dictador nazi Adolf Hitler; consideran que la canciller alemana, Angela Merkel, tiene carácter de «teflón» y describen al presidente afgano, Hamid Karzai, como un «completo paranoico».


Además, mencionan que Obama prefiere estrechar las relaciones con Asia. El presidente estadounidense «no demuestra ningún tipo de conexión emocional con Europa» y concibe el mundo como «enfrentamiento entre dos superpotencias» en el que «la Unión Europea ostenta un segundo plano». El presidente galo, Nicolas Sarkozy, es calificado, por ejemplo, como «el emperador desnudo». En lo que a Italia se refiere, los documentos describen las «salvajes» fiestas del primer ministro, Silvio Berlusconi, cuyas relaciones con el líder libio Muamar El Gadafi y con el primer ministro ruso Vladimir Putin (al que describen como «un macho alfa») provocan malestar en Washington.