Un Schröder boyante, rojo de satisfacción y con una sonrisa de oreja a oreja, se presentó ante los militantes levantando los brazos con gesto victorioso.

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DELIA MILLÀN-BERLÍN

El resultado, de momento, es mucho más ajustado de lo que se esperaba (un solo punto de diferencia entre la CDU-CSU y el SPD) y da razón al canciller que había afirmado que la voluntad de cambio a la que tanto alegaba la oposición ya no existía y que era una arrogancia por parte de ésta comportarse como si hubiera ganado. El Partido Liberal es junto con el Partido de la Izquierda el vencedor moral de estas elecciones, pues logra más del 10 por ciento de los votos, casi el doble que en 2002. El de la Izquierda ha reunido un 8'5, lo que es aproximadamente también el doble de lo que el poscomunista PDS consiguió en solitario hace tres años. Los Verdes se mantienen en un 8%.

La candidata no se declaró vencedora pues el resultado obtenido está muy lejos de lo que pronosticaban los sondeos previos a las elecciones (que situaban a la CDU entre el 41 y el 43 por 100) y no podrá formar alianza como quería con los liberales. No obstante, declaró que ha recibido de los electores «mandato para formar gobierno» y que iba a contactar a todos los partidos, menos el de la Izquierda, para hacerlo.

Poco después, un Schröder boyante y con una sonrisa de oreja a oreja, se presentaba ante los militantes reunidos en la sede del Partido Socialdemócrata (SPD) levantando los brazos con las manos unidas como un boxeador victorioso. Schröder, que es mucho más popular que su rival, dijo «sentirse confirmado» por los electores y declaró que él también va a iniciar contactos con los partidos para formar un nuevo gobierno.

El canciller también excluyó de la lista de posibles compañeros de coalición al Partido de la Izquierda, formado por ex socialdemócratas y los herederos de los comunistas de la RDA. La posibilidad de tener al final de la jornada electoral dos jefes de gobierno potenciales no había sido prevista en los guiones.

El líder del FDP, Guido Westerwelle, ha rechazado la posibilidad de una alianza «de semáforo» entre el SPD, los verdes y su partido cuyo color es el amarillo, porque, dijo, «no quiere prolongar» el modelo actual de gobierno que tanto ha criticado.