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AGENCIAS-BRUSELAS
Tras el histórico acuerdo logrado la noche del viernes para dotar a Europa de una Constitución, se abre una nueva etapa en la que los líderes de los Veinticinco deberán convencer a sus Parlamentos nacionales y a los ciudadanos de ratificar el Tratado.

De otra pparte, el desacuerdo sobre el nuevo presidente de la UE empeoró el clima negociador entre los 25 y puso en peligro el riesgo de aprobación de la Constitución. Finalmente la presidencia decidió posponer la designación del sucesor de Prodi después de que el primer ministro belga, Guy Verhofstadt retirara su candidatura. El actual Alto Representante de la Política Exterior y Seguridad Común de la UE, el español Javier Solana, afirmó que le costaría mucho rechazar una petición consensuada para ejercer la presidencia.

La tarea no parece fácil en una Europa que registró las tasas más bajas de participación en su historia en las últimas elecciones al Parlamento europeo y donde crece el número de euroescépticos.

Según el texto de la Constitución, si dos años después de su firma, prevista para dentro de tres meses, 4/5 de los países miembros la hubieran ratificado y uno o varios tuvieran problemas, el Consejo Europeo «tomará conocimiento de la cuestión».

De producirse esa situación causaría una grave crisis en la Unión Europea, que podría en última instancia desembocar en la salida de los países reticentes de la UE.

La nueva Constitución Europea da cabida a dos concepciones enfrentadas a la hora de concebir la Unión Europea y su futuro, ya que este alambicado texto satisface la posición «integracionista» y comunitaria de Francia y Alemania frente a la intergubernamental de Reino Unido. En cualquier caso, Blair resaltó su poder de veto, Chirac celebró el avance en la integración sin Londres y Schröder se enorgulleció de la vieja Europa tras proclamarse 'padre'de la Carta Magna.