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RUBÉN MARCOS-ESTOCOLMO El primer ministro sueco, Goeran Persson, superó los apuros que le auguraban los sondeos previos a las elecciones legislativas de ayer y se aseguró con brillantez la reelección en uno de los últimos bastiones socialdemócratas de Europa. El Partido Socialdemócrata de Persson no sólo consiguió mantener el 36'4% que obtuvo en 1998, sino que rompieron todos los pronósticos hasta alcanzar el 40%.

Con el 99'01% de los votos escrutados, el Partido Socialdemócrata logra el 40% de los sufragios en unas elecciones que Persson definió, en su primera comparecencia ante los entusiasmados simpatizantes reunidos en la sede de su formación, como un «fantástico avance». La brillante victoria de Persson en Suecia supone un triunfo para la socialdemocracia europea, que rompe así la racha de derrotas electorales en países como Noruega, Dinamarca, Holanda o Portugal y recibe una fuerte inyección de moral para las elecciones alemanas del próximo domingo.

El triunfo del actual primer ministro le permitirá, con el apoyo de sus actuales aliados del Partido de la Izquierda (poscomunistas), mantenerse en un gobierno que ocupa desde 1996 sin necesidad de recurrir a Los Verdes.

La apuesta por la continuidad y los buenos resultados económicos del Gobierno de Persson calaron en un electorado, que temió que las promesas de reducción de impuestos que la centro-derecha convirtió en su bandera electoral debilitaran el desarrollado sistema sueco de protección social. La promesa de bajar los impuestos, en un país con una de las mayores presiones fiscales del mundo, no solamente no garantizó al bloque de centro-derecha el impulso que le pronosticaron las encuestas previas a los comicios, sino que llevaron a su principal valedor, el Partido Conservador, a una debacle electoral.

Los conservadores mantuvieron su posición como segunda fuerza política del país, aunque con el 15% de los votos que supone más de ocho puntos por debajo de sus resultados de los anteriores comicios. Gran parte de la derrota conservadora se debe a que sus electores prefirieron apostar por las propuestas sobre inmigración que presentó el Partido Liberal.