Peres defendió con contundencia la entrada de los laboristas en el Gobierno de unidad.

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MIGUEL MURADO-JERUSALÉN Los laboristas compartirán el poder con la Derecha en Israel. Así lo ha decidido por una amplia mayoría su comité central, reunido ayer en un cine de Tel Aviv. Lo tenso de la convención, sin embargo, permite aventurar que la crisis del partido laborista, lejos de haberse cerrado, podría profundizarse todavía más.

Ha sido por más de dos tercios de los votos que los compromisarios laboristas aprobaron la integración en el gobierno conjunto que pretende formar Ariel Sharon. En él, el partido Laborista obtendrá ocho Ministerios, incluidos algunos tan importantes como Defensa y Asuntos Exteriores. A cambio, los laboristas se verán probablemente obligados a proporcionar cobertura a lo que se supone serán políticas más duras de Ariel Sharon con los palestinos.

No ha quedado resuelto, en cambio, uno de los asuntos más espinosos, que se retrasa para los próximos días: el reparto concreto de las carteras. La reunión del comité ejecutivo laborista había sido aplazada varias veces debido precisamente a las desavenencias existentes en la cúpula de partido. Esas desavenencias se debían tanto a las opiniones encontradas acerca de la participación en un gobierno de unidad nacional, como a la lucha por el poder dentro del propio partido Laborista.

Estos desacuerdos y hostilidades profundas se volvieron a poner de manifiesto en la reunión de ayer, donde el cruce de insultos y acusaciones entre los participantes ha sido constante.

En un encendido discurso, Simón Peres defendió con vehemencia la entrada de los laboristas en el Gobierno. Según Peres, la presencia de la izquierda en la coalición gubernamental permitirá salvar en alguna medida el proceso de paz. «Apoyaremos y contendremos a Sharon al mismo tiempo» dijo el Premio Nóbel de la Paz, a quién Sharon ha prometido la cartera de Defensa o la de Exteriores.