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Los informes de la aparición de reses infectadas por el llamado mal de las «vacas locas» en Ucrania, de donde llega la mayor parte del suministro cárnico para los rusos, ha hecho cundir el temor entre la población de Rusia. Medios oficiales y la prensa manejaron ayer en Moscú los confusos datos que llegaron desde el país vecino, donde el Ministerio de Emergencia informó el jueves sobre la muerte de dos vacas con encefalopatía espongiforme bovina en una granja del oeste ucraniano.

El servicio veterinario de la región de Rovno dijo a continuación que el gobierno de Kíev «se había equivocado» y que las vacas habían muerto «de cierta clase de rabia» causada por la mordedura de un perro o un zorro infectado. Sin embargo, la aldea de Simonov, en la que murieron las dos vacas, fue cerrada a cal y canto y declarada en cuarentena. El suceso ha levantado la preocupación en Rusia, país que importa el 70 por ciento de su carne de Ucrania y donde funcionarios y veterinarios reconocen que no disponen de suficientes medios para detectar la enfermedad con eficacia.

El profesor Serguéi Ribakov, especialista del Instituto de Investigación ruso para la Defensa de los Animales, señaló que todos los datos reunidos en diversos puntos de Rusia no mostraron hasta el momento ninguna incidencia del mal. El viceministro de Agricultura ruso, Serguéi Dankvert, aseguró que se han realizado 580 chequeos en 50 regiones del país y que no se han encontrado trazos de la encefalopatía. Pero Ribakov admitió que por ahora un diagnóstico certero sólo se puede hacer cuando se produzca un caso mortal y se realice una biopsia cerebral.