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Es una de las campañas más abiertas de los últimos años, con dudas razonables sobre quién gobernará tras el 28-M, algo que no pasaba desde 2007, pero se percibe una enorme apatía en las filas de los partidos, posiblemente saturadas por el hecho de que llevan en campaña cuatro meses, por mucho que el calendario diga que llevan cuatro días. Hoy se celebra el acto central de Més y será un buen termómetro para medir el grado de pasión que ponen los militantes y el número de alfabagueres que reparten, pero, de lo visto estos días, queda claro que a los candidatos solo les siguen sus incondicionales. Vendrán los grandes líderes de las formaciones políticas, pero ya no hay partido que se atreva a reservar el Palma Arena –Zapatero hizo un llenazo total en dos ocasiones– o el Parc de la Riera y el Palma Arena, donde Podemos arrasó hace unos años y demostró que entonces sí podían. De momento, Ione Belarra ha reunido a unas 200 personas y Pedro Sánchez convoca a la militancia en un polideportivo que no llega ni a la mitad de Son Moix. De la ubicación del acto de Alberto Núñez Feijóo nada se sabe por ahora, pero puedo apostar –con permiso de Juan Pedro Yllanes– a que será un mini mitin. Llegará Pablo Iglesias este sábado y es probable que llene más que Belarra, y el acto de Yolanda Díaz también servirá de aplausómetro para comparar cuál de los dos candidatos gana en esa particular batalla de liderazgos que algunos llaman de egos. Los partidos son conscientes de que están solos y de que lo que no se moviliza en la calle o en los mítines toca movilizarse en internet. Las redes sociales se han convertido en el gran Palma Arena de esta campaña 5.0;todo lo demás, incluidos los actos que convocan a diario las formaciones políticas, no es más que un gran decorado para salir a diario en los medios de comunicación.