Los atascos en el faro de Formentor son habituales cuando finalizan las restricciones horarias de acceso. | R.L.

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Ultima Hora está de aniversario. El rotativo, fundado el uno de mayo de 1893, se hace mayor y ya cuenta con 130 años. Semanas atrás, Ultima Hora publicó un número especial en el que pretendía conocer cómo será Mallorca dentro de 25 años. Una macroencuesta realizada por el Instituto Balear de Estudios Sociológicos (IBES) pretende otear en el horizonte la Mallorca que viene. El Económico ha interrogado a Antoni Costa, vicepresidente del Govern y conseller d’Economia, Hisenda i Innovació; Sabina Fluxá, vicepresidenta y CEO de Grupo Iberostar; Antoni Ballester, CEO de Estel, Ingeniería y Obras; Juan Alba, director general de Adalmo, y Javier Sanz, presidente de la Autoridad Portuaria de Balears, sobre los resultados de la encuesta y su particular visión del futuro.

Ocho preguntas pretendían perfilar la visión de la Mallorca del 2048. «De la encuesta se desprende que los mallorquines estamos orgullosos de serlo, pero que tenemos miedo a perder nuestro paraíso. ¿Está de acuerdo?». Costa aseguró que comparte el miedo generalizado a perder el paraíso, al tiempo que explicaba que las administraciones tienen el deber de mantener la prosperidad económica y hacerlo, además, de forma sostenible. Fluxá incidía en que solo quien tiene algo valioso puede tener miedo a perderlo. Explicó que podía ser bueno si mueve a proteger aquello que se ama. Eso, sí, la CEO de Grupo Iberostar instaba a actuar olvidando el miedo y hacerlo desde el sentido común. Ballester apostaba por mejorar la sostenibilidad del sector turístico y fomentar la preservación cultural e histórica. Juan Alba indicaba que conseguir el equilibrio entre el desarrollo y la preservación es un desafío importante, pero que cada persona, desde su posición, ha de trabajar para conseguirlo. Finalmente, Sanz recordaba que la percepción de paraíso es subjetiva y aseguraba que a pesar de ser conscientes de que Mallorca ha cambiado de forma notable no la cambiaría por ningún otro lugar.
«La sostenibilidad es el eje que más inquieta a los ciudadanos de Mallorca. ¿Qué medidas pueden implementarse para convertir la Isla en un modelo a imitar? ¿Estamos en el camino?» era la segunda cuestión planteada. Sanz aseguraba que las administraciones y empresas públicas tienen el compromiso de servir de ejemplo. Alba indicaba que la concienciación es siempre el primer paso y apostaba por la economía circular para convertir Mallorca en un lugar privilegiado como modelo a imitar. De igual forma, abogaba por no quedar atrás en ninguno de los tres ejes de la sostenibilidad: ambiental, social y económica. Antoni Ballester, entre otras medidas, concretaba que era necesario fomentar un turismo más responsable y sostenible, aumentar la inversión en energías renovables o mejorar la gestión y tratamiento de los residuos. Fluxá reconocía que Mallorca está dando pasos en la buena dirección, pero que es imprescindible continuar impulsando un modelo turístico circular. Explicaba también la vicepresidenta y CEO de Iberostar que es clave atraer un turismo de calidad que genere valor y que contribuya al desarrollo social y económico de la isla. Incidía también en la necesidad de mejorar la convivencia entre el residente y el turista. Costa aseguraba que la sostenibilidad es un eje fundamental en cualquier acción de gobierno.

Otra de las interrogantes planteadas rezaba: «una importante masa crítica de los encuestados se muestra favorable al progreso, pero matiza que no a toda costa. ¿Qué le sugiere esta idea?». Costa apostaba por priorizar la libertad de los ciudadanos y priorizaba una perspectiva moderada y tranquila. Fluxá manifestaba que el progreso auténtico es el que genera riqueza de forma sostenible e inclusiva y recordaba que defiende un modelo turístico responsable. Ballester indicaba la necesidad de encontrar un equilibrio sostenible entre el desarrollo y la preservación de recursos. Juan Alba, de igual manera, recordaba que el progreso es el objetivo de cualquier sociedad, pero explicaba que debe ser sostenible y responsable. Sanz, por su parte, denunciaba las contradicciones de los que son capaces de irse a la otra parte del mundo a colapsar un centro histórico, pero no quieren tantos turistas en la isla.

«La robótica y la inteligencia artificial se abrirán camino en los próximos años, pero nadie se atreve a asegurar si será para bien o para mal. ¿Cuál es su opinión?», era la cuarta cuestión planteada. Sanz explicaba que la IA supondrá un antes y un después y abogaba por aprovechar sus virtudes, pero marcando unos límites. Alba apuntaba a que tanto la robótica como la inteligencia artificial serán una herramienta esencial para el progreso. Ballester indicó que la influencia de ambas será para bien y aseguró que facilitarán la automatización. Fluxá explicaba que la IA permite hacer uso de los datos para conocer mejor la realidad y tomar las decisiones adecuadas. Finalmente, Costa defendió que las administraciones deben aprovechar el potencial tanto de la robótica como de la IA.

Otra de las cuestiones planteadas se refería a la saturación turística. «La saturación se perfila como el gran reto del futuro a 25 años. ¿Deben establecerse límites? ¿Cuáles? ¿Cómo?». Costa reconocía que durante los meses de verano existe una cierta presión, pero explicaba que el turista no es el único culpable y recordaba que no debe ser demonizado. Aseguró que no se puede crecer de forma ilimitada y recordaba que no debe apostarse por el decrecimiento ni por el crecimiento desmesurado. Fluxá reconocía que es vital saber gestionar el éxito y definir el modelo que queremos impulsar y dejar a las futuras generaciones. Recordaba su apuesta por el turismo sostenible y explicaba que no se puede crear un turismo al margen de la ley. Ballester indicaba que la saturación es un desafío significativo, puesto que puede impactar de forma negativa en la vida de los residentes. En ese sentido, Ballester aseguraba que es importante fijar límites. Alba afirmó que era necesario lograr un progreso sostenible y que el modelo de turismo de masas ha de poner el énfasis en la calidad y la propuesta de valor. Sanz explicaba que el reto es conseguir que el residente no se sienta desplazado por el turismo.

«Regulación e integración son las soluciones que aportan los encuestados para la inmigración…» era una de las afirmaciones sobre la que fueron interrogados. Sanz indicaba que aceptar la situación y verla como una oportunidad. Alba afirmaba que deben establecerse políticas y leyes claras para el control de los flujos migratorios y para garantizar la seguridad y los derechos, tanto de inmigrantes como de residentes. Ballester aseguraba que la regulación y la integración eran aspectos fundamentales y complementarios. Fluxá indicó que la inmigración con regulación e integración puede dejar de ser percibida como un problema para convertirse en una riqueza para todos. Costa señaló que la inmigración ilegal requiere una perfecta coordinación entre las administraciones e incidió en que debe facilitarse la integración de las personas y familias inmigrantes en la sociedad.

«Educación, vivienda, burocracia, seguridad jurídica, desindividualización son algunas de las dificultades de la sociedad actual que se proyectan a 2048. ¿Cuál le preocupa más?» era la séptima cuestión. Costa se refería al acceso a la vivienda, mientras que Fluxá se refería a la educación y coincidía con el conseller en señalar también el acceso a la vivienda. Ballester no concretaba, Alba apuntaba a la educación, mientras que Sanz no concretaba.

La última pregunta se refería al futuro de Mallorca. «De la encuesta se percibe un desanimo generalizado a la hora de encontrar soluciones. ¿Cree usted que Mallorca tiene solución a 25 años vista? ¿Qué acción sería prioritaria?». Sanz no dudaba en asegurar que hay que ser optimista para el futuro, al tiempo que Alba era claro al explicar que Mallorca tenía solución. Ballester explicaba que dependerá de las acciones que se tomen y reclamó un esfuerzo colectivo para que Mallorca apueste por la circularidad. Fluxá no dudaba en señalar que Mallorca tenía solución a 25 años vista. Costa, finalmente, se definía como optimista y dejó claro que Mallorca tiene solución.