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La noticia de la inauguración este mes de diciembre de un nuevo establecimiento de la hotelera menorquina Artiem en Madrid, tiene para mi un simbolismo que va más allá de lo estrictamente informativo. Vayamos por partes. En primer lugar, resulta poco frecuente ver ejemplos en el sector turístico local que tengan la capacidad de traspasar las fronteras insulares. Dicho de otro modo, estamos asistiendo a la implantación de un modelo de alojamiento de éxito basado en el bienestar, que ha nacido en un entorno de naturaleza, sol y playa como Menorca pero que tiene la capacidad de ser trasplantado hasta una metrópolis como la urbe madrileña. Un concepto de hábitos de vida saludables, de respeto por el medio ambiente, de cuidado físico y mental bautizado como Fresh People Hotels que empieza a trascender, como lo hicieron en su día otros ejemplos empresariales mundialmente conocidos, que a menudo se ponen como ejemplo en las Escuelas de Negocios. ¿Les suena Starbucks? Empezaron en Seattle y ahora están en todo el mundo.

En segundo lugar, porque la transformación e implantación de este modelo se ha gestado en un tiempo récord de solo cinco meses, tal y como se ha dado conocer por la empresa, coincidiendo además con la temporada turística, desde julio hasta noviembre. Imagino que no habrá sido fácil compaginar desde un punto de vista de tempos, el esfuerzo y las complicaciones de un proyecto de la envergadura de la apertura de un hotel con el momento de mayor intensidad turística. Y en tercer lugar, porque el trabajo ha sido llevado a cabo también por capital humano insular que se trasladó hasta Madrid para acometer la reforma del nuevo hotel, ya que era la mejor garantía para la propiedad. Un elenco de profesionales e industriales menorquines que ha permitido a Artiem asegurar la entrada en funcionamiento del hotel. Una demostración de confianza en el made in Menorca.

En cualquier caso, me ha gustado poder aprovechar este ejemplo empresarial para acabar el año de reportajes publicados en El Económico. Un ejemplo a seguir para todos aquellos empresarios que a menudo se centran en las limitaciones que nos frenan como isla para justificar sus miserias o su falta de competitividad, en vez de centrarse en buscar la mejora continua. Está de moda en política desde que Obama lo utilizó como eslogan y lo ha utilizado Pablo Iglesias esta campaña electoral: ‘Sí se puede’.