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Desde el inicio de la crisis económica y financiera que estamos dejando atrás, la política monetaria adoptada por todos los Bancos Centrales ha estado enfocada principalmente a recuperar la estabilidad de los mercados y, en menor medida en el caso del Banco Central Europeo (BCE), a impulsar el crecimiento.

Concretamente en la Zona Euro, la facilidad de depósito del BCE ha pasado del 3,0% en junio de 2007 hasta el actual -0,20%. De esta manera, la liquidez excedentaria que los bancos europeos dejan en el Banco Central Europeo no solo no ofrece un rendimiento a los mismos sino que les supone un coste, con el objetivo de impulsar el crédito concedido.

Esta reducción de los tipos de interés oficiales, junto con la atonía del crecimiento económico, y, sobre todo, como consecuencia de las importantes inyecciones de liquidez, han supuesto una importante reducción de los tipos de interés en todos los plazos de la curva de tipos. El Euribor a 3 meses está hoy en terreno negativo, el Euribor a un año se sitúa por debajo del 0,20% y el tipo de interés swap a 10 está en el 0,90% tras tocar mínimos en el 0,45%.

Estas importantes inyecciones de liquidez junto con el programa de compra de deuda anunciado por el propio BCE en el mes de marzo, han llevado el rendimiento de la deuda pública a mínimos históricos. La deuda pública de Francia, Alemania, España, Suecia, Holanda, Suiza, Dinamarca, Bélgica, Austria, Irlanda, Finlandia y República Checa al plazo de dos años ofrece un rendimiento negativo, es decir un coste para quien la adquiere. El bono español al plazo de 10 años alcanzó un rendimiento mínimo histórico hace unas semanas del 1,14% cuando hace solamente un año cotizaba con un rendimiento del 3,09% y en agosto de 2012, en plena crisis de la deuda soberana, llegó al 6,80%.

Esta caída del rendimiento de los bonos soberanos ha ido acompañada, en estos últimos trimestres, de una importante reducción del coste de los préstamos que los bancos conceden a sus clientes y de una clara recuperación de la demanda y de la concesión de crédito bancario.

Este entorno de elevada liquidez y tipos de interés mínimos persigue impulsar el crecimiento económico pero tiene también importantes riesgos.

Cuando endeudarse es muy barato y el rendimiento de los activos sin riesgo es muy bajo, cabe el riesgo de que se formen burbujas en los mercados, tanto financieros como inmobiliarios. ¿Tiene sentido que el rendimiento de los bonos al plazo de dos años de 12 países del Área Euro tenga rendimiento negativo, llegando a ser del -1,25% en el caso de Suiza? ¿Tiene sentido que las bolsas se hayan revalorizado un 20% de media en el primer cuatrimestre del año? Este es el debate actualmente en los mercados, ¿estamos o no ante una posible burbuja en los mercados de deuda y renta variable como consecuencia de la política monetaria adoptada por los bancos centrales?

Como ahorradores o inversores lo más importante en este entorno es tener claro cuál es el perfil de riesgo de cada uno de nosotros o, lo que es lo mismo, ¿estamos dispuestos a perder parte del capital invertido a cambio de un rendimiento, posible pero no cierto, más elevado? Si un inversor es conservador debe tener muy claro que en el actual entorno el rendimiento que va a obtener es casi nulo y que intentar rentabilizar su inversión con la asunción de algo de riesgo puede suponerle entrar en pérdidas. No hay que afrontar riesgos superiores a los que estamos dispuestos a asumir por una posible mejora en la rentabilidad esperada.