El poeta y tipógrafo Damià Rotger. | Pere Bota

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Aunque Calls al gest (Vincle) ve la luz ahora, el poeta menorquín Damià Rotger (Ferreries, 1981) lo escribió hace ya ocho años, cuando atravesaba una etapa especialmente oscura desde el punto de vista espiritual. Por ello, tuvo que pasar mucho tiempo hasta que Rotger decidió que aquella obra merecía ser compartida y leída por otros. Entre tanto, sin embargo, publicó 482 mm (Bilibu, 2018), Arèola (Adia, 2019) y Llibre d’esvalots y Umbilical, ambos con Nova Editorial Moll, editados en 2021 y 2023 respectivamente.

Presentará Calls al gest, que le ha merecido el Premi Teodor Llorente 2023, este viernes día 19 en Rata Corner en lo que, avanza, será una «gran experiencia creativa» en la que estará acompañado por el poeta Emili Sánchez-Rubio, que firma el prólogo del libro. Asimismo, la glosadora Cati Eva y el guitarrista Delfí Mulet improvisarán a partir de poemas de Rotger y el pintor Salvador Llinàs hará lo propio en directo.

Calls al gest, reconoce el autor, está más hermanado con Arèola que sus dos títulos inmediatamente anteriores, rompiendo así el eje cronológico. «Para hacer poesía tienes que estar muy conectado a la vida y, como consecuencia, con la manera de escribir. Arèola y Calls están escriturizados con la misma pulsión. A diferencia de Esvalots y Umbilical, que son poemarios más líricos, espirituales y casi de levitación, que si fueran música sonarían como Pink Floyd; aquí hay mucha tierra, muchas mordidas, versos más áridos. Cada poema es como un pequeño fragmento de una cancion o pequeños trozos de vidrieras de un rosetón, por ello, no tienen título. Si fuera música, Calls sería flamenco, cante jondo, ese en el que te duelen las tripas al cantar», compara.

Por otra parte, en esta obra hay tres «entidades» que «se pelean, se reconcilian, se golpean, pero también se acarician»: la belleza, la libertad y el miedo. «Un ejemplo del dilema en el que se encuentran ambas es un preso, que ha perdido la libertad para conseguir la belleza, aunque esta sea falsa, ficticia o sean paraísos artificiales, dejando a un lado ese miedo que puede ser cauteloso», propone.

«Otro caso sería un toxicómano o incluso cuando decimos que hacían una pareja preciosa y resulta que uno de los dos tuvo que afrontar sus miedos para abandonar esa belleza, que también puede ser devastadora. Pero, como dijo Cage, la belleza no tiene nada de inocente. En nuestro caso, un poeta escribe para intentar alcanzar la belleza magnánima y para ello deja de ser libre, pues se dedica de lleno a eso aparcando otras cosas. Pero la diferencia es que nosotros lo hacemos para afrontar nuestros propios miedos», aclara.

Lenguaje

Asimismo, también hay varios poemas que abordan el propio lenguaje. En este sentido, Rotger explica que las tres entidades «se circunscriben cuatro elementos que intervienen en el terreno de juego: lenguaje, tierra, territorio y muerte. Como dice un verso, ‘Véncer és fingir’ y también habla de cómo vamos perdiendo terreno en materia de lengua e identidad. De aquí que haya mucha simbología telúrica en este libro». El título ya guarda esa implicación, de gesto, «actitud o posición» efímera y de callo como esa dureza que se forma cuando «nos enfrentamos a la belleza, a los miedos y las libertades tantas veces».