La cineasta Antonina Obrador posa para esta entrevista en Palma. | M. À. Cañellas

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Después de Quest, Antonina Obrador (Felanitx, 1986) se sumió en una profunda depresión que la llevó a rechazar toda relación con el cine. «Parte del equipo me trató muy mal, como si fuera una niña pequeña incapaz de hacer nada. Es algo que, por desgracia, sucede bastante a las mujeres que realizan su primera película. El mundo del cine es bastante patriarcal y tienes que demostrar continuamente que eres válida. Hay mucho paternalismo. Estuve un tiempo sin ser capaz de coger una cámara e incluso de ver cine», confiesa Obrador, que por ello se aventuró a ejercer de librera en Call Vermell (espacio ubicado en el Carrer Major número 44 de Felanitx), un proyecto que incluye un taller de cerámica de su madre, Maria Ramis, y que ahora también ofrece variedad de libros especializados en arte, diseño, fotografía, poesía y arquitectura. «La intención es que sea un espacio cultural alternativo en la Part Forana, pues parece que siempre vamos a remolque de Palma», lamenta.

Fue a raíz de una propuesta del documentalista Miguel Eek que volvió a recuperar la esperanza en el cine. «Me propuso que me encargara de hacer las entrevistas a los invitados del MajorDocs [festival que dirige] y allí me reencontré con profesionales que compartían mi visión del cine, más humana y humanista, más amable, que se preocupa por cuidar todo lo que hay detrás de un proyecto», añade. Ahora, Obrador se encuentra inmersa en dos proyectos cinematográficos: tiene un cortometraje en postproducción y está trabajando en el guion de su próximo largometraje.

Cortometraje

El corto se enmarca en el género de ciencia ficción y se titula Arca. «Está ambientado en un futuro en el que la Tierra ya no existe y hay una nave espacial donde vive una pequeña muestra de la humanidad. Todas sus habitantes son mujeres que entraron en ella siendo bebés y a los 20 años las embarazan para continuar con la especie», avanza sobre la trama.

El filme está protagonizado por la catalana Valèria Sorolla, que el año pasada estuvo nominada al Premio Goya a Mejor Actriz Revelación por La consagración de la primavera, de Fernando Franco. Asimismo, también aparecen los intérpretes mallorquines Joan Miquel Artigues, Miquel Torrens y Bàrbara Nicolau. Contará con la producción de La Perifèrica e IB3, y el apoyo del ICIB.

Película

En cuanto a su segundo largometraje, Obrador desvela que es un proyecto con el que pretende rendir homenaje a Mallorca y a su cultura, pero «desde un punto de vista crepuscular». La bona ventura, que así se titulará, transcurre en el siglo XIX, en una possessió del Pla. «Cuenta la historia de tres hermanas que se encargan de cuidar la tierra para un señor y se centra en sus vicisitudes durante un año. Me apetecía meterme en el mundo del campo y de la tradición, mostrar la conexión que antaño había entre el folklore y la naturaleza», desvela, a la vez que añade que «mi idea es trabajar con personas vinculadas con todo aquello, sin ser actores profesionales».

«Ahora estoy en la fase de documentación, entrevistando a gente de fora vila, gente que recuerda cómo vivían antes. Sorprendentemente, los años cuarenta no son tan diferentes a como se trabajaba a finales del XIX, antes de que empezara la Revolución Industrial». «Tenemos referencias de aquella época, tenemos rondalles, pero todo eso quedará enterrado. Al final, para mí, es como una despedida, quiero que al menos quede un documento fílmico de lo que éramos los mallorquines. Tengo asumido que ya no existiremos dentro de 50 años, aunque mi hijo de cuatro años lo es», denuncia.

Así las cosas, La bona ventura también se enmarcará en el cine de autor. «Mi primera peli tenía la voluntad inicial de pertenecer a un cine muy autoral, pero por el camino eso se fue perdiendo y se terminó adaptando para caber en otra cosa. Tengo la sensación de que se ha quedado en algo intermedio: no ha acabado de funcionar ni en festivales ni en taquilla. Un productor de Quest me dijo, al volver a verla, que le llamaba la atención lo experimental que es. Después decidí que mi próxima película sería como yo quisiera. Solo hay una Elena Martín o una Carla Simón. Y si tenemos en cuenta que soy mallorquina todavía lo tengo más negro. No me quiero mover en circuitos oficiales, nunca estaré nominada a un Gaudí o a un Goya. Pretender eso sería como querer que los populares del instituto me invitaran a una fiesta de fin de curso, pero resulta que yo soy gótica», concluye.

Por otra parte, los géneros de ciencia ficción y fantasía son los que «más me hacen feliz», porque «son los que me permiten hablar de los temas que me interesan, más metafísicos, y abordar las grandes preguntas de la humanidad», concluye. De momento, para los que todavía no hayan visto Quest, el próximo 29 de febrero Cinemaclub 39 Escalons la proyectará en Multicines Manacor a las 20.30 horas.