El pintor Félix Coll posa junto a algunas de sus obras en su estudio de la calle Socors. | Pilar Pellicer

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Si algo caracteriza cromáticamente la obra actual de Félix Coll es el verde. Él, que está en un proceso de cambio e intenta dejarlo atrás, sigue de momento inmerso en un océano de verdor o, mejor dicho, un frondoso bosque acrílico. Ya estaba presente en su anterior proyecto pictórico centrado en la obra de Herny D. Thoreau Walden y sigue presente ahora en su nueva mirada filtrada por el trabajo y la vida de Rachel Carson, bióloga estadounidense e impulsora de la conciencia medioambiental.

Con un toque más esperanzador, luminoso, Coll imagina una familia que vive felizmente en un bosque irreal, pero que tiene mucho que ver con los que existen en Maine, Estados Unidos. Su trabajo ha llamado la atención de una galería histórica deValència, la Alba Cabrera, que le ha invitado a participar en una colectiva en Art Madrid que se celebra del 22 al 26 de febrero y, además, en una individual en el propio espacio de València.

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Dos niños reposan en el césped en una de las pinturas de Coll.

Explica Coll que esta nueva aventura arrancó tras dar con el libro de Carson Primavera silenciosa en el que la americana denunciaba el uso de pesticidas y advertía de sus peligros. «Notó la importancia de la naturaleza en los niños, cómo les afectaba en su crecimiento y cómo su asombro les permitía crecer más rápido», una idea que el propio Coll comparte en su faceta de docente, pero que además expresa con todo su esplendor en sus cuadros, llenos de estampas naturales en la que los niños disfrutan felices y a salvo del entorno.

Excusas

En el fondo, Coll no oculta que cualquier temática que le interese no deja de ser una excusa para hacer lo que quiere: «Pintar, pintar, pintar». Una práctica que ve como «un antídoto» por todo lo que «ocurre a nuestro alrededor», pero en la que también plasma sus inquietudes y preocupaciones sobre cómo las ciudades son cada vez «más agresivas» y en las que la naturaleza está cada vez más «apartada».

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Detalle de una de las obras de la serie que Coll enviará a Art Madrid.

Así pues, mientras «se cierra el círculo» con el verde, Coll enfila nuevas ideas y propuestas, incluyendo una futura exposición con Igallery en Palma además de la posibilidad de exportar su trabajo a Tokyo y Shanghái, algo que está en negociaciones.

Mientras tanto, esperan Madrid y València la mirada casi bucólica de Coll sobre la naturaleza y sus bondades en el crecimiento personal, educativo y social de los niños, una conexión que parece estar perdiéndose a marchas forzadas en nuestro entorno y que Coll no puede evitar denunciar.